Una testigo denunció que el ex capellán de la Policía Bonaerense participó de los “grupos de tareas” que se dedicaban a fusilar a los detenidos-desaparecidos. Los fusilados fueron tres jóvenes del llamado “Grupo de los siete” que fueron asesinados en un paraje cercano a la Rotonda de Alpargatas, donde el cura estuvo presente y participó de su planificación

El tribunal inició su undécima audiencia con el testimonio de Susana Aguad (foto), quien integró la Secretaría de Procedimiento de la CONADEP, en cuyo ámbito le tomó declaración al policía bonaerense arrepentido Julio Emmed, que en 1987 fue asesinado de un balazo en la vía publica, al parecer por haber violado el “pacto de silencio”.

Por tal motivo se leyó la declaración que el fallecido policía realizó ante esa entidad en la década del `80, asegurando que el sacerdote calificaba de “acto patriótico” la ejecución de "subversivos".

En ese texto, Emmed relató que luego del asesinato de tres "subversivos", Christian Von Wernich le dijo a los autores de la ejecución que lo que habían hecho "era necesario" y que era "un acto patriótico". Y señaló en su testimonio que el ex capellán había añadido en esa ocasión: “Dios sabe que lo que se está haciendo es por el bien del país”.

Luego Emmed intentó minimizar sus dichos y acusó al organismo de haberlo extorsionado ofreciéndole dinero, su libertad y salida del país si acusaba al represor Miguel Etchecolatz y a Von Wernich.

El policía arrepentido que pidió declarar ante la Conadep, se encontraba detenido por un delito común. Luego obtuvo la libertad en octubre de 1987 y meses después fue asesinado de un disparo en la vía pública por un desconocido que se dio a la fuga y nunca fue encontrado. El círculo íntimo de Emmed señaló que se trató de un ajuste de cuentas por haber violado el pacto de silencio entre los efectivos policiales y parapoliciales que participaron de los crímenes de lesa humanidad.

El policía arrepentido contó todo

Julio Emmed, que en 1977 revistaba como agente de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, relató como el cura, junto a Etchecolatz y Berges, eran parte de un grupo de tareas de fusilamiento. E inicio su relato de esta forma:

«A fines del 77 o principios del 78 se me llama al despacho del Comisario General, en presencia del padre Christian Von Wernich... y se me pregunta si con un golpe de yudo era yo capaz de dormir a una persona en el pequeño espacio de la parte trasera de un vehículo... En otra ocasión se nos explica que se iba a retirar de la Brigada de La Plata a tres subversivos "quebrados", los cuales habían colaborado con la represión para ser trasladados al exterior”.

“Salimos de la Jefatura con tres vehículos. En la Brigada de Investigaciones de La Plata nos esperaba el padre Von Wernich, quien había hablado y bendecido a los ex subversivos y les había hecho una despedida en la misma Brigada. Los tres ex subversivos -dos mujeres y un hombre- salen en libertad de acción, sin esposas, para ellos nosotros éramos simples custodios que teníamos que llevarlos a Aeroparque y embarcarlos. Se nos había dado expresas instrucciones de que no portásemos armas, pero por temor a que se simulara un enfrentamiento y nos liquidaran a nosotros mismos, decidimos llevar las armas de la repartición y un arma personal. En el coche donde iba yo -el móvil N° 3- se encontraba el padre Christian Von Wernich.

“Al llegar a "Móvil tres", yo debía pegar el golpe que adormecería a la persona. Pego el golpe cerca de la mandíbula pero no logro desvanecer al joven, Giménez saca la pistola reglamentaria. Cuando el N.N. ve el arma se precipita contra ella y se entabla una lucha, que me obliga a tomarlo del cuello y le descargo varios golpes en la cabeza con la culata de mi arma. Se le producen varias heridas y sangra abundantemente, tanto que el cura, el chofer y los dos que íbamos al lado quedamos manchados... Los tres vehículos entran por una calle lateral de tierra hasta un paraje arbolado, allí estaba el oficial médico Dr. Bergé.

Se desciende a los tres cuerpos de los ex subversivos que en ese momento estaban vivos. Los tiran a los tres sobre el pasto, el médico les aplica dos inyecciones a cada uno, directamente en el corazón, con un líquido rojizo que era veneno. Dos mueren pero el médico da a los tres como muertos. Se los carga en una camioneta de la Brigada y los lleva a Avellaneda. Fuimos a asearnos y cambiarnos de ropa porque estábamos manchados de sangre.

Inmediatamente nos trasladamos a la Jefatura de Policía donde nos esperaba el Comisario General Etchecolatz, el padre Christian Von Wernich y todos los integrantes de los grupos que habían participado en el operativo. Allí el cura me habla de una forma especial por la impresión que me había causado lo ocurrido; me dice que lo que habíamos hecho era necesario, que era un acto patriótico y que Dios sabía que era para bien del país. Estas fueron sus palabras textuales...»

Una ex ministra testigo

Luego declaró Graciela Fernández Mejide, ex ministra de Desarrollo Social e integrante de la Conadep, quien fue citada por la Fiscalía y la querella unificada APDH-CTA. En su testimonio Mejide relató que cuando era miembro de la APDH y recibía denuncias de familiares de desaparecidos conoció a Antonia Cifré, Madre de Cecilia Idiart.

“Su relato me llamo la atención por que nunca antes había escuchado que la familias visitaran a personas detenidas clandestinamente. Y por otra parte por que se mencionó la presencia de un sacerdote” contó Fernández Mejide.

“Luego –continuó la ex ministra- cuando arrancamos con las actividades de la Conadep y tomo conocimiento del testimonio del ex policía inmediatamente recordé la declaración de la señora de Idiart que es muy parecida a la de la familia Moncalvillo”. Es decir, en ambas declaraciones aparece la figura del cura y porque la mama de Iriart había manifestado que su hija tenia en defecto en la pierna conocido con el nombre de “Pie Equino”. Rasgo que también señalo el policía arrepentido.

El último en declarar fue Héctor Rossi, amigo y testigo de la desaparición de Carlos Eduardo Lugones. Rossi y Lugones se conocían desde la infancia en la localidad de 25 de Mayo y conocían a Von Wernich, por ser el cura de esa diócesis.

En esa oportunidad Rossi contó que un sacerdote le comentó que según palabras del cura procesado “Lugones estaba muerto”. De esta manera se desvanece por completo la coartada de la defensa que se empeña en justificar al cura señalando que “no sabia nada”.

Para la próxima audiencia, que se desarrollará el próximo jueves 23 de agosto, fueron citados a declarar ex detenidos que tuvieron contactos con el cura en la brigada de investigaciones y en la Comisaría Quinta. Ellos son Carlos Alberto Zaidman, José Maria Llantada, Eduardo Kirolovsky, Maria Cristina Bustamante, Jorge Orlando Gilbert y Liliana Zambano.

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