Alberto Canziani relató su diálogo con el cura Von Wernich en la Brigada de Investigaciones de La Plata. También declaró Eugenio Lugones, quien arrojó dudas acerca de la legitimidad del título de sacerdote que utiliza el represor. El caso de los jóvenes de Trenque Lauquen

Alberto Canziani fue secuestrado el 2 de septiembre de 1977 en la ciudad de La Plata. Había sido empleado del hipódromo junto a Osvaldo Lovazzano y ambos, como delegados, mantuvieron una larga huelga que les costó el despido. Los dos siguieron trabajando en la Policlínica del Turf (actual Hospital Rossi) por entonces propiedad del sindicato, hasta la llegada de un interventor de la Policía Federal que los habría hecho detener.

Durante su cautiverio clandestino en la Brigada de Investigaciones de La Plata, Canziani tuvo oportunidad de conversar con el cura Christian Von Wernich. Le hicieron quitar la venda de los ojos y comenzó un diálogo que comenzó con una pregunta sobre la filiación política de Canziani.
El diálogo no fue amigable, el secuestrado le reprochó al sacerdote que le hubieran sacado un escapulario, el escudo de la Acción Católica y una cadena de oro que llevaba.

El cura le preguntó si estaba dolorido y le dijo que el dolor era por la picana, por el paso de corriente eléctrica., agregando que estaban allí porque habían cometido delitos contra la sociedad.

El diálogo terminó allí: “Yo no quise hablar más”, dijo Canziani, “porque pensé que este hombre con su ideología y su metodología estaba negando a Dios. Estos hombres estaban haciendo otra iglesia donde los dioses eran ellos”.

El testigo afirmó con total convicción que el cura “mandaba”. “”Él determinaba quién vivía y quién moría”.

Pusieron en duda que Von Wernich fuera sacerdote

Eugenio Lugones recurrió a Von Wernich en la búsqueda de su hermano César, secuestrado junto a su compañera María Marta Vázquez y a Mónica Mignone en la villa del Bajo Flores.

Llamó inmediatamente al cura porque sabía que su hermana, Susana Von Wernich, estaba casada con el coronel Morelli, quien estuvo en la Comisión de Asesoramiento Legislativo y más tarde a cargo de Coordinación Federal. Días después, el sacerdote le informó que su hermano estaba vivo.

Lugones conoció al cura procesado en 1972 cuando estaba por hacer un viaje y unos amigos le recomendaron consultar a Von Wernich, que por entonces trabajaba en la Dirección Nacional de Turismo. En esa oportunidad, Von Wernich le contó que lo habían echado del seminario.
Grande fue su sorpresa cuando al año siguiente recibió una tarjeta de invitación para su ordenación como sacerdote.

Según comentarios de amigos, se habrían falsificado documentos en la facultad de Filosofía y Letras para que pudiera aprobar el seminario.
El desaparecido César Lugones conoció a Von Wernich cuando su padre falleció. Su cuerpo fue enterrado en el pueblo de América y César regresó a Buenos Aires en el auto del cura. Al llegar comentó a su hermano Eugenio: “este cura es un reaccionario” . Diez días después desapareció.

El caso de los estudiantes de Trenque Lauquen

Ricardo Antonio Sangla, Héctor Oscar Manazi y Rodolfo Petiná vivían en el “Centro Universitario de Trenque Lauquen”, ubicado en 41 N° 769 de La Plata, estudiaban medicina y militaban en la Federación Juvenil Comunista.

Los tres fueron secuestrados el 15 de junio de 1977 de la sede de ese Centro por un comando integrado por unas 10 a 15 personas vestidas de civil y fuertemente armadas.

Declararon hoy la mamá de Ricardo Sangla, María Luisa López y varios de los compañeros que en ese entonces compartían la vivienda y fueron testigos del secuestro.

La señora de Sangla relató que realizaron innumerables gestiones. Enviaron, entre ellas, cartas a autoridades de la iglesia católica. Un día, mientras estaban en La Plata, el sacerdote Christian Von Wernich se presentó diciendo que lo había enviado el obispo de Nueve de Julio.

Curiosamente, el eclesiástico les dijo exactamente lo mismo que les había dicho el coronel Aldo Cecchi, Subsecretario de Inteligencia de la Provincia de Buenos Aires: que los chicos eran buenos, inocentes, y que la “subversión” los arrastraba porque venían del interior.

Finalizó aconsejándoles que se fueran a su casa a cuidar lo que tenían: “¿Ud. tiene más hijos, señora?. Bueno, cuídelos a ellos”. Los tres jóvenes continúan desaparecidos.

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