La frase pertenece a María Cristina Bustamante detenida y torturada en la brigada de investigaciones de La Plata. Quien además de reconocer al ex capellán Von Wernich indicó que su despacho estaba frente a la sala de tortura. Otros testigos como Carlos Zaidman, Analía Maffeo, José Llantada, Eduardo Kirilovsky, Jorge Gilbert, Liliana Zambano también reconocieron y señalaron que les pedía que colaboraran con los represores

La sobreviviente María Cristina Bustamante indicó que la secuestraron de su casa y la llevaron a una dependencia policial que mucho después supo que era la Dirección de Robos y Hurtos. Esa noche escucho voces de adultos, chicos y llantos de bebes. Al día siguiente la trasladaron al campo de concentración de Arana en donde la impresionó la cantidad de gente que había tirada en el piso y señalo que “Era como hacer cola para esperar la tortura”.

En ese lugar Bustamante fue torturada e interrogada sobre actividades políticas de distintas organizaciones que ella desconocía como así también los nombres de posibles dirigentes de las mismas.

Luego de ser “paseada” por distintos centros de detención clandestinos donde debió soportar la tortura con picana eléctricas y otras vejaciones fue trasladada a la Brigada de Investigaciones de La Plata donde permaneció detenida varios meses sin comer y sin muda de ropa.

Allí, conoce a tres detenidos que estaban en condiciones físicas terribles y que les decían los viejos. Uno de ellos era Baratti, quien le dijo: “Mírame bien, yo soy Baratti, acá nació mi hija Ana Libertad”. Hija también de Elena de la Cuadra. Momentos en que Alicia Zubasnabar de De La Cuadra, abuela de Ana libertad y madre de Elena, que se encontraba en la sala de audiencia se descompenso y debió ser asistida por los colaboradores del tribunal.

Asimismo, Bustamante señaló que las condiciones eran terribles “del 6 de octubre hasta febrero comimos solo tres veces. La última fue una comida pasada que nos dio diarrea”. Días después le indican “ya te vas, vino a verte el cura”.

La llevan hacia la sala de tortura pero en vez de girar a la derecha viran hacia la izquierda y la paran frente al despacho del cura. Le sacan la venda porque “al cura no le gusta que estén vendados”. Luego la sientan en el escritorio donde estaba un cura con su camisa celeste y el cuello blanco. El cura le dice que “ya te vas, tenés que olvidarte de todo lo que pasó acá, no tenés que hablar con nadie”.

Y ella le responde que “sigo sin entender”. Y el cura le responde “los caminos de dios son difíciles de entender, si querés ayudar a los humildes anda a Cáritas”. Bustamante le confió al tribunal que “supe quién era porque después al salir ví fotos. No tengo dudas que era Von Wernich”.

En tanto, el testigo y sobreviviente Carlos Zaidman relató cómo el ex capellán de la policía bonaerense Christian Von Wernich dialogaba con un matrimonio secuestrado y les pedía que colaboren con los represores.

“Les pedía que colaboren, que si lo hacían les iba a ir mejor. Les decía si ustedes quieren salir de acá colaboren”, recordó el testigo durante su declaración ante los tribunales platenses. Zaidman precisó que no vio al sacerdote pero que escuchó el diálogo que mantenían en la Brigada de Investigaciones de La Plata, dónde él estuvo detenido ilegalmente.

En la misma dependencia el sacerdote fue reconocido también por Analía Maffeo, una militante de la juventud peronista que fue secuestrada el 6 de julio de 1977 de un departamento de la ciudad de La Plata.

La mujer relató que mientras estaba en una pequeña celda de la comisaría quinta junto a otras cinco detenidas, se acercó un sacerdote y que cuando ella le comentó su apellido el cura le dijo “sácate la venda porque conozco a tu padre”.

Agregó que cuando una de las detenidas le preguntó si iban a ser liberadas, Von Wernich le contestó “hoy estamos, mañana no estamos” y que en la segunda oportunidad que la visitó le pidió una Biblia para leer y les dijo “para qué quieren una Biblia si ustedes son comunistas”.

Maffeo describió que en realidad el sacerdote la confundió con la hija de un primo de su padre que era de la localidad de Los Toldos y que hacía cursos con Von Wernich mientras el cura estaba en la diócesis de 9 de Julio.

José María Llantada y Eduardo Kirilovsky, militantes políticos también secuestrados durante la última dictadura militar, también recibieron las visitas de Von Wernich mientras estuvieron detenidos ilegalmente.

Llantada, relató que el sacerdote iba al calabozo y “nos hablaba de temas generales. Nosotros le dimos un teléfono para que llamara a un familiar y le dijera que estábamos bien, pero no lo hizo”. “No me olvido más: nos preguntaba (el cura) si habíamos aprendido la lección’”, relató el sobreviviente.

Llantada fue secuestrado el 1 de julio de 1977, por un grupo armado que ingresó a su departamento en la ciudad de La Plata, lugar que posteriormente fue saqueado.

“El sacerdote vino y se presentó, nos dijo el nombre. No lo vi porque estaba vendado, incluso nos dijo que nos sacáramos la venda, pero yo no sabía si él (por von Wernich) era milico, lo que menos iba a pensar es que hubiera un sacerdote ahí”, remarcó.

“La segunda vez, lo vi a través de una mirilla, estaba con ropa de civil y charlaba con la gente de ahí (los captores). Se movía con libertad”, precisó.

Kirilovsky, que compartió el cautiverio con Llantada, ratificó que Von Wernich los visitó en al menos cuatro oportunidades y que siempre les insistía en “si habíamos aprendido la lección y si sabíamos lo que teníamos hacer cuando saliéramos”.

El ex detenido dijo que en una oportunidad le requirió al sacerdote por las torturas que había sufrido “pero no me resopndió nada” y aseguró que los guardiacárceles “lo trataban con mucho respeto, como si fuera un superior”.

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