Ni la reducción de la desocupación, ni la reforma de la legislación laboral de 2004 ni el intenso ritmo que alcanzaron las negociaciones colectivas de trabajo sirvieron para modificar las precarias condiciones laborales impuestas en los noventa. La flexibilización en materia de duración de la jornada laboral, distintas formas de elusión al pago de horas extra, fraccionamiento de las vacaciones, movilidad funcional y contratos por tiempo determinado, entre otros, siguen vigentes en la mayoría de los sectores y empresas.

Por Roberto Navarro

Desde 2003, cuando el Ministerio de Trabajo activó las negociaciones colectivas, se firmaron 1042 convenios y acuerdos entre sindicatos y cámaras o empresas, que contienen al 72 por ciento del total de trabajadores registrados. Pero el 80 por ciento de estos acuerdos sólo tratan el aspecto salarial. El segundo tema más negociado, pero que sólo figura en el 20 por ciento de los convenios, es el aumento de los aportes y contribuciones a los sindicatos. En tercer término, en el 17 por ciento de las paritarias, se fijaron cláusulas de paz social. Es decir, compromisos de resolver posibles conflictos sin llegar a la huelga.

Dentro de los convenios en los que se tocó el tema de jornadas de trabajo, vacaciones y movilidad funcional hay algunos que mejoraron las condiciones de los noventa, como Foetra-Telecom, otros que las convalidaron, como el convenio Smata-Honda, y varios que las empeoraron, como el del sindicato de empleados de autopistas y el de pasteleros.

Desde los sindicatos se explica que luego de casi tres lustros de constante pérdida del poder adquisitivo de los asalariados y desarticulación sindical, la prioridad en estos años fue luchar por mejorar el ingreso y, en segundo lugar, fortalecer los sindicatos. A esa justificación le falta considerar un aspecto: las cláusulas de flexibilización laboral implementadas en los noventa, que hoy se mantienen, y las que se sumaron en los últimos años también forman parte del ingreso. Por ejemplo, si en vez de nueve horas de lunes a viernes se conviene una suma anual de 2200 horas, las empresas pueden hacer que el trabajador cumpla tareas durante doce horas seguidas sin pagarle horas extra. En la actualidad, esta cláusula cobra mayor relevancia que un aumento nominal del salario.

De los 1042 convenios y acuerdos firmados entre 2003 y 2007, 547 tienen la categoría de convenios colectivos de trabajo. La mayor parte de los denominados acuerdos sólo trataron el tema ingresos. Sobre el universo de esos convenios, el Observatorio Jurídico de CTA realizó un análisis detallado. Cash tuvo acceso a ese estudio que indica que “de los 547 convenios firmados entre 2003 y 2007, 259 contienen algún tipo de cláusula que flexibiliza el tiempo de trabajo”. Muchos de estos convenios tienen más de un artículo flexibilizador. “En 123 se prevé el fraccionamiento de las vacaciones, 181 contemplan la rotación de turnos de trabajo, 37 aceptan jornadas anuales o mensuales y 5 amplían la jornada diaria”, se precisa. El mismo informe señala que “274 convenios firmados en los últimos cuatro años contemplan la polivalencia funcional y 88 aceptan modificaciones en las categorías laborales”.

El sector automotriz estima que en 2009 venderá 800 mil vehículos, casi cuatro veces más de lo que despachaba en 2003. Según el Ministerio de Trabajo, el costo laboral de las terminales promedia el 4,5 por ciento, menos de la mitad del costo promedio de la industria manufacturera. Es decir, un aumento del 30 por ciento apenas incide en el 6 por ciento del costo total, todavía muy por debajo del nivel general. En ese contexto, en 2007, el principal gremio que representa a los trabajadores del sector, Smata, firmó con la empresa Honda un convenio que explicita que “con el propósito de proteger el nivel de empleo las partes acuerdan una jornada anual de 2304 horas anuales...las eventuales reducciones pueden ser compensadas con jornadas mayores”. De esta manera, los trabajadores de Honda jamás van a cobrar horas extra. Es difícil entender la preocupación del sindicato por proteger el nivel de empleo en un momento en que a las automotrices les cuesta cada vez más conseguir mecánicos y técnicos.

Las mejoras conseguidas por los trabajadores en los últimos años fueron promovidas, fundamentalmente, por el Ejecutivo. La creación del Consejo del Salario Mínimo, la reforma laboral, que, entre otras cosas, prioriza el acuerdo más favorable al trabajador en casos de contradicción entre dos convenios y el impulso para que las negociaciones colectivas alcancen a un universo cada vez más amplio de trabajadores fueron sus principales logros. Pero no avanzó sobre una reforma integral que fijara un piso a los derechos de los trabajadores para desandar el camino de flexibilización laboral implementado en los noventa. La primera meta del Gobierno fue la recuperación del salario; la segunda, el blanqueo de trabajadores. Un sector del Ejecutivo piensa que esa legislación debe llegar luego de que las empresas acepten registrar un alto porcentaje de sus empleados: estiman que, de lo contrario, una norma más dura frenaría el lento, pero constante aumento del empleo registrado.

Los sindicatos y parte del Gobierno piensan que recién ahora, luego de cinco años de crecimiento y habiendo bajado la desocupación, se pueden mejorar las condiciones laborales. Mientras tanto siguen vigentes en la mayoría de los convenios las paupérrimas condiciones acordadas en los ‘90. En los últimos cuatro años sólo el 19 por ciento de los 517 convenios firmados entre 1991 y 1999 fueron reformados.
Los turnos fijos o rotativos se utilizaban para rubros que requieren sistemas de producción interrumpidos. A partir de la década pasada, lo incorporaron sectores como emergencias médicas, bingos, textiles y estaciones de servicio del ACA, entre otros. La Federación Argentina Sindical de Petróleo y Gas firmó con Carboquímica del Paraná en 2005 que “el personal que trabaja en equipos que rotan entre sí ininterrumpidamente durante las 24 horas, trabajará seis días corridos de ocho horas en los horarios de mañana, tarde y noche”. Así, la empresa reduce costos y los empleados destruyen su reloj biológico, con importantes consecuencias negativas para su salud.

Otra manera de bajar costos es dividir las vacaciones del personal durante todo el año. En 2005 la Unión Obrera del Plástico firmó con la cámara del sector un convenio que dice textualmente: “Las empresas podrán otorgar las vacaciones anuales en períodos fraccionados con un mínimo de seis días entre diciembre y febrero y el resto entre mayo y septiembre. En el caso que la empresa decida otorgar el total de las vacaciones entre mayo y septiembre deberá pagar un adicional del 15 por ciento”. Esta cláusula le quita al trabajador el derecho de vacacionar con su familia.

Siempre es más fácil romper que reparar. Por eso en cinco años resulta difícil recuperar todos los derechos perdidos en diez: el problema es la tendencia. Muchos sindicatos siguen firmando cláusulas de flexibilización laboral y la mayoría no atina a reclamar la revisión de lo actuado en los noventa. En esa época la desocupación jugaba como factor disciplinador de los trabajadores y de los sindicalistas. Hoy el contexto es distinto. Lo que no cambiaron son los protagonistas. Los principales empresarios y sindicalistas son los mismos y siguen actuando de manera parecida.

Fuente: Pagina/12

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