Volver al sistema de reparto
En la década de los 90, con el auge neoliberal aplastando a nuestro pueblo, la ola privatista afectó hasta lo impensable: la jubilación, el fruto del trabajo de toda una vida, ya no sería administrada sólo por el Estado. Empresas privadas utilizarían los ahorros de los trabajadores para hacer negocios, bajo el pretexto de administrarlos, y con la promesa de pagar cuando a cada uno le llegara el momento de retiro. Claro que lo que pagarían sería ni más ni menos que lo que el propio trabajador había puesto antes en la caja, supuestamente con alguna mejora dependiendo de los caprichos financieros y bursátiles. Cero inversión, cero riesgo y ganancia asegurada para la empresa, los únicos perjudicados por esta timba: los trabajadores.
Queda claro que las Administradoras de Fondos de Jubilaciones y Pensiones son un sistema de ahorro que tiene mucho de administración de fondos, mientras que de jubilación y pensión solamente el requisito de haber dejado de trabajar para cobrarlo.
Otro detalle que no es menor: al cobrar lo depositado en una AFJP, el monto será fijo. Es decir, no existe ni el 82 % móvil, ni las reactualizaciones, ni el rebote por aumento salarial al sector activo de la clase trabajadora, puntos que si contempla el sistema de jubilación público de reparto.
Desde la CTA siempre expresamos nuestra oposición al negocio de las AFJP. No sólo por el perjuicio material que significa para el trabajador, sino porque además implica una concepción individualista frente al sistema solidario de reparto. Típico del discurso neoliberal instaurado durante décadas, el “sálvese quien pueda” había llegado también a los viejos. Volver al sistema de reparto es darle nuevo impulso a esos valores que el neoliberalismo intentó sepultar: la solidaridad, la identidad de clase, la voluntad de vivir en sociedad y no en islas. Porque en este sistema los trabajadores activos son los que aportan solidariamente al sostenimiento de los trabajadores jubilados, y serán sostenidos solidariamente por las generaciones futuras cuando llegue el momento de la jubilación.
Para saber como volver al sistema de reparto, la CTA creó un sitio web: http://www.volveareparto.com.ar.
Distribución de la riqueza es mejor calidad de vida
No podemos desconocer que los años de neoliberalismo dejaron otra consecuencia catastrófica para la clase trabajadora: la desocupación le quitó a miles de trabajadores el acceso a la jubilación. No hicieron aportes, o no les alcanzan los años de aportes para jubilarse. Víctimas de un sistema que los echó a la calle porque eran prescindibles, y los mantuvo en la calle porque ya no estaban en edad de trabajar, hoy siguen en la calle porque no tienen ningún ingreso. Es por eso que exigimos una asignación universal para todos los mayores de 65 años que no cobran jubilación.
Los mayores, nuestros “viejos”, no son los únicos perjudicados. También los niños, adolescentes y jóvenes reciben todavía los cachetazos de un sistema de exclusión cuyo objetivo, durante años, no fue darles una digna calidad de vida sino mantenerlos en la indigencia, la pobreza, el hambre y la enfermedad. En todo el país fueron surgiendo comedores sostenidos a pulmón que con todo esfuerzo apenas alcanzaban para que el hambre no fuera tanta, para que no se murieran desnutridos en el mejor de los casos. Para empezar a dar una solución a esos problemas es que exigimos una asignación universal para todos los menores de 18 años.
Necesarias esas asignaciones, no son sin embargo una solución de fondo. Desde la CTA hablamos de mejorar las condiciones de vida de nuestro pueblo y esto no significa exclusivamente un ingreso digno para todos los hogares, sino también garantizar el acceso a la salud, al agua potable, a la vivienda digna. Porque mejorar la calidad de vida en esos aspectos es también una justa distribución de la riqueza.