(Por Carlos Guanciarosa). La falta de combustible demuestra el fracaso rotundo de la política energética de los 90’, que todavía sigue vigente. No es cierto que esté agotada la capacidad de destilación y de producción de los combustibles en el país. Lo que sucede es que se lo exporta. Y esto es porque todavía están vigente, desde los años 90’, los decretos desreguladores de la libre disponibilidad del petróleo, de la libre manipulación de las ganancias y la libre disponibilidad de las empresas privatizadas para fijar el precio de los combustibles.

Esto se ve agravado por las dos leyes sacadas por el kichnerismo, la ley corta y la ley larga: la eximición de impuestos a las empresas petroleras que más ganan en el mundo y la provincialización de los recursos petroleros, en contrapartida del artículo Nº 40 de la Constitución de 1949. Si queremos revertir esta situación el único camino posible es la reestatización de todos los recursos energéticos, fundamentalmente el petroleo y el gas.

Son 185.000 millones de dólares la renta de nuestro petroleo que se llevaron las empresas privatizadas en estos años. Esta renta en manos del estado terminaría con la precariedad de la educación, de la salud y permitiría pagar sueldos dignos. Además, se terminaría con el triste espectáculo de ver colas de automóviles en las estaciones de servicios a menos de 2 km. de la destilería más grande del país.

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