Así opinó Rafael Moreno, secretario gremial de la AJB y uno de los detenidos y torturados en esa unidad carcelaria durante la última dictadura, al enterarse de la detención de los tres médicos acusados por delitos de lesa humanidad.

Rafael Alberto Moreno Kiernan, directivo del gremio judicial, declaró el lunes 7 de junio pasado ante el Tribunal Oral Criminal Federal I de La Plata, en el marco del juicio que se le sigue a once penitenciarios de la Unidad 9 y tres médicos, profesionales éstos que fueron detenidos el pasado día martes.

Se trata de los galenos Carlos Jurio, Luis Favole y Enrique Corsi, quienes fueron trasladados al penal de Marcos Paz, acusados de crímenes de lesa humanidad, lugar donde también están alojados los condenados Christian Von Wernich (sacerdote) y Miguel Osvaldo Echecolatz (el ex jefe policial).

A los pocos días de haber declarado ante el tribunal, la madre de Moreno se cruzó en un restorant de la capital provincial con uno de los médicos que “atendieron” a su hijo en el penal. “Le resultó muy violento vivir esa circunstancia”, comentó el judicial.

Tras conocer la detención de los tres médicos, Moreno manifestó que “me produce un gran beneplácito y alegría haber participado, junto con un montón de otros compañeros, en ese proceso judicial que sigue avanzando a pesar de las denuncias, de las amenazas a los testigos y las intimidaciones, el escrache a Garzón y demás. La justicia no se puede detener, cada vez hay más compañeros decididos a declarar”.

“Vamos ganando -concluyó el dirigente-, el proceso judicial sigue avanzando y no se puede detener”.

Cabe recordar que durante el juicio, Moreno recordó que a los 26 años fue secuestrado en Córdoba, entre el 12 y 13 de abril de 1976, y que estando herido de bala en la espalda lo torturaron durante toda esa noche y al otro día lo enviaron a Buenos Aires, presumiblemente al Pozo de Banfield. Luego lo trasladaron a Campo de Mayo y al llegar lo tiraron al pasto desde un camión y lo atacaron tres perros.

Posteriormente fue llevado a una comisaría, teniendo como única prenda una capucha, y ya en la cárcel de Devoto, el médico se rehusó a atenderlo por el olor en el pelo y la barba.

En octubre de 1976, el ahora dirigente judicial fue trasladado a la Unidad Nº 9 en un estado calamitoso.

Visiblemente conmovido al recordar circunstancias tremendas que sufrió hace 34 años, Moreno dio muchas precisiones ante el tribunal pero fundamentalmente destacó estar allí “dando testimonio y cuenta de algo colectivo”.

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