Radios abiertas, marchas, concentraciones y recitales fueron algunas de las actividades que se desarrollaron en todo el país el pasado jueves 18 para pedir por la aparición con vida de Julio López -al cumplirse 4 meses de su desaparición- y el esclarecimiento del secuestro de Jorge Gerez (Mariela Martí)

La Central de Trabajadores de la Argentina (CTA) Necochea-Loberìa no se quedó atrás y organizó una movida que contó con la presencia de más de 200 personas en la Plaza San Martìn de la Villa balnearia, ocasiòn en la que también se pidió por el esclarecimiento de la muerte del joven de 22 años Eduardo Díaz, a quien el primero de enero alcanzó una bala policial. Un hecho que ha sido calificado como "gatillo fàcil" por los familiares y como un "accidente" por parte de las fuerzas de seguridad y de investigación.

Más de 200 personas se reunieron "Festival Artístico por la Verdad y la Justicia" organizado por la Secretaría de la Juventud de CTA Necochea-Lobería, cuya secretaría ocupa Javier Herrero. La jornada contó con la presencia de numerosos los grupos musicales locales La Reja, 4 x y del Chino Ibarguren. Ademàs, participaron leyendo sus obras integrantes del taller de literatura de la Escuela Municipal de Artes y del grupo Golpe de Dados. Finalmente, se proyectó el video "Un claro día de Justicia", acerca de Jorge Julio López, producido por la Comisiòn Provincial por la Memoria y dirigido por Ana Cacopardo.’

A la iniciativa, que fue apoyada por la Municipalidad de Necochea, no solamente adhirieron entidades locales, sino también provinciales y nacionales, del ámbito gremial, no gubernamental, estatal y comunitario. Incluso, estuvo presente el jefe comunal, doctor Daniel Molina.

"La verdad es que la convocatoria lograda superó ampliamente las iniciativas que teníamos desde CTA", detalló Carlos Mariano Díaz, secretario adjunto de la Central, al tiempo que su titular, Jorge Larrañaga destacó "la importancia de la realización del Festival y de los alcances logrados".

El caso de Eduardo

Cabe destacar que además de pedir por López y Gerez, en Necochea se pidió por Eduardo Díaz, el chico, trabajar, humilde, que no pasó de festejar la primera noche del año porque lo alcanzó una bala 9 mm. Un caso que està siendo investigado como "accidente" por la Justicia y que ha sido considerado como "gatillo fácil" por los familiares y un amplio sector de la población.

La versión policial carga toda la responsabilidad del hecho a la creciente autonomía de sus armas. Díaz intentaba escapar de una detención con golpiza asegurada. Dos policías lo persiguieron unos pasos. Cuando estaban a un metro y medio, el sargento Alberto Quesada, según la versión de sus colegas, trastabilló, el arma se le soltó, voló y "se" disparó provocando la muerte del joven frente a los ojos de su hermana.

Inmediatamente, los colegas de Quesada iniciaron la instrucción y calificaron el expediente como homicidio culposo. Aunque la autopsia indica que la bala tuvo una trayectoria de arriba hacia abajo que desmiente la hipótesis de la caída policial, la fiscal necochense Analía Duarte decidió mantener la idea del accidente, dio un tiempo a Quesada para que se recupere del shock psicológico antes de declarar, y retuvo al culpable de todo.

Ese 1º de enero, a las 3 y media de la madrugada, Eduardo y dos amigos, se trenzaron a golpes con otro grupo de muchachos, en 79 y 26. En algún momento, la pelea se interrumpió y Díaz tuvo tiempo de llamar a su cuñado, Gastón Márquez. "Ayudame, me están cagando a palos, ayudame", alcanzó a decirle mientras corría y le daba sus coordenadas. El cuñado montó en su ciclomotor con su mujer, Claudia Díaz, hermana de Eduardo, y con otra pareja y salieron en apoyo.

A todo esto, la pelea, que se había interrumpido, retomó en intensidad. Los vecinos habían llamado a la policía. Cuando Gastón y Claudia llegaron, divisaron un patrullero, a Eduardo de pie, con las manos apoyadas en el techo del auto policial, y a uno de los contendores caminando más allá. Gastón intentó perseguirlo, pero uno de los uniformados, de un golpe, lo derribó. Según declaró Claudia a la fiscal Analía Duarte, al ver que golpeaban a su cuñado, Eduardo intentó defenderlo y después salió corriendo.

Lo que siguió duró instantes y ocupó escasos metros. Eduardo no tuvo tiempo de correr demasiado. Dos policías, el sargento Alberto Quesada y la oficial Nora Domínguez, salieron detrás suyo. El relato de Claudia dio una versión directa: "Miro a mi marido (Gastón, que estaba en el piso), miro a mi hermano y en ese momento escucho el disparo". Y agregó en forma definitiva: "No sé si (el arma) la tiró o si se le cayó, pero eso fue después del disparo". Dijo que los policías estaban a un metro de su hermano en el momento del disparo.

"¡Me lo mataste!", le gritó al policía. "Se me cayó y se disparó", alegó Quesada. "¡Le hubieses tirado a los pies, me lo mataste!", le recriminaba Claudia. Gastón, desde el piso, había escuchado el disparo, giró la cabeza y vio un policía (Quesada) con la pistola en la mano, que regresaba diciendo "lo maté, lo maté", y a una mujer policía (Domínguez) reflejando una clarividencia supina: "Hubo un inconveniente", comentaba la uniformada mientras regresaba hacia el patrullero.

La versión policial apunta contra la ley de gravedad. Nora Domínguez dijo que el sargento Quesada y ella salieron en persecución de Díaz. "Cuando estaban a un metro y medio y ya a punto de reducirlo -declaró Domínguez-, el cuerpo de Quesada se abalanza como tropezando, sin caer sobre el suelo y puede ver (la declarante) que una pistola pega contra la nuca", de Díaz. Domínguez aseguró no haber escuchado ningún disparo, y creyó que el muchacho había quedado desmayado por el golpe que le propinó la pistola volátil en la nuca.

Según el informe forense, "el proyectil produjo traumatismo de cráneo en occipital derecho, de derecha a izquierda, y ligeramente de arriba hacia abajo". Inmediatamente, el sargento Quesada quedó detenido. "Sus compañeros lo llevan a una seccional", señaló Adelina Martorella quien junto a Julio Razona representan a Susana Giuliano, madre del joven asesinado.

Allí se produce otra situación sorprendente. Quesada, custodiado por un compañero distraído, logra arrebatarle el arma y amaga con suicidarse. La versión es obviamente policial. Y logran contenerlo emotivamente. Resultado de la acción: Quesada es internado en el hospital local para tratarlo por el impacto psíquico sufrido apenas iniciado el año. La fiscal Analía Duarte recibió la instrucción iniciada por la policía (o sea, los colegas de Quesada) y mantuvo la calificación de homicidio culposo. "Creyó en la versión policial, en la calificación, en el shock de Quesada -sostuvo Martorella-.

El sargento está desafectado del servicio, con 30 días de licencia. Y el mismo 1º de enero, cuando a la fiscal le informan que está en un estado psíquico de shock, decidió ordenar su libertad, lo que implica que el mismo día del hecho ya creía en la versión policial." Pero Duarte no sólo mantuvo la calificación policial, y ordenó la libertad. Además, dispuso que tomará declaración indagatoria a Quesada cuando se recupere, o sea, después de la licencia.

Por la muerte del joven pescador, la vicegobernadora Graciela Giannettasio pasó por la intendencia de Necochea a interiorizarse sobre el caso, el 12 de enero y no vio a los familiares. Ahora, la imagen de Eduardo recorre las calles y sus familiares son acompañados por la CTA con la intenciòn de que el caso se esclarezca totalmente, para que la impunidad no cubra el cuerpo de Eduardo.

(*) prensa CTA Necochea-Lobería

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