A 38 de su asesinato, tomamos algunas palabras de La ley y las armas, la biografía escrita por Felipe Celesia y Pablo Waisberg que recorre la vida del compañero Rodolfo Ortega Peña,militante peronista asesinado por la Triple A, a metros del Obelisco.

–¿Qué pasa, flaca?

Fueron las últimas palabras del diputado Rodolfo Ortega Peña. Helena Villagra, su compañera, no pudo responder. Una bala le había lastimado ...
El grupo armado que perpetró el ataque cumplió con el doble propósito de eliminar a un adversario y anunciar sin ambigüedades que los tiempos habían cambiado.

Los asesinos acertaron 13 veces en ese hombre sin mucho control de su entorno, que temía cruzar la calle porque no veía bien. que había sido criado para asesorar multinacionales pero que se había convertido en militante peronista ,defensor de presos políticos...

En aquellos días se podía morir en la Argentina, pero "ejecutar" a un diputado nacional en el corazón de Buenos Aires corría el límite de la confrontación política. Varios factores habían confluido esa noche para que Ortega Peña fuese asesinado. Era el 31 de julio de 1974, minutos después de las diez. A comienzos de ese mes, una multitud había llorado la muerte del presidente Juan Domingo Perón. La Triple A estaba desbocada. ...

Esa noche de luna llena, la Alianza Anticomunista Argentina empezaba a cobrar un cheque en blanco. La banda de policías retirados y matones a sueldo, adiestrados en el terrorismo urbano por los sicarios profesionales de la Organización Armada Secreta de Argelia (OAS), había salido de cacería mayor. Sus víctimas ya no eran solamente los militantes de base y los delegados de fábrica. Iban por todo y por todos. No estaban solos, un sector del gobierno nacional los apoyaba.

El Ministerio de Bienestar Social, dirigido por el ex cabo de la Policía Federal José López Rega, los había cobijado como a hijos dilectos. Fraternales amistades y comunidad de intereses los unían a las fuerzas de seguridad. Los jefes de las Fuerzas Armadas los dejaban actuar como parte de su estrategia golpista.. ..

Ortega Peña y su inseparable amigo, el abogado Eduardo Luis Duhalde, habían sido advertidos, pero el Pelado ignoró el anuncio. La posibilidad de un atentado era parte de sus vidas cotidianas. Varias veces les habían volado las oficinas. Otras tantas los habían amenazado. La Triple A ya había asesinado al sacerdote Carlos Mugica, pero no se había adjudicado el atentado. ...

Duhalde le insistió para que tomara medidas de seguridad, le dijo que no se expusiera tanto. Pero el Pelado no hizo más que lo acostumbrado: no tomar taxis cuando iba con sus dos hijos, utilizar distintos caminos para ir de su departamento al Congreso o a la redacción de la revista que dirigían, no salir sin su arma. Sólo eso. Nunca aceptó la custodia que le ofrecieron distintas organizaciones políticas y que varias veces le recomendó Duhalde.
Ortega Peña prefería concentrarse en su trabajo intelectual o político más que en diagramas de seguridad o contención. "La muerte no duele", insistía y enseguida pasaba al comentario de la actualidad o la preparación de su revista. Primero fue Militancia peronista para la liberación, clausurada por orden del gobierno en marzo de 1974, y luego De Frente, que retomaba el nombre de la vieja publicación de John William Cooke. Tenían una gran influencia sobre la militancia...

Sus compañeros no aceptaron despedir en el Congreso Nacional al Pelado, que al jurar como legislador había reiterado la consigna "la sangre derramada no será negociada". Duhalde entendió que el gobierno tenía responsabilidad en el asesinato y prefirió buscar otro sitio. Debía ser un sindicato.
Fue en la sede de los gráficos, en Paseo Colón casi Independencia, donde se armó la capilla ardiente. Obreros, estudiantes universitarios y militantes de las más variadas fuerzas políticas se reunieron para despedir a Ortega Peña....

A la mañana siguiente, una movilización multisectorial acompañó el cuerpo hasta el cementerio de la Chacarita. Incluía desde líderes de organizaciones armadas hasta estudiantes secundarios que habían luchado intensamente para escuchar rock en las clases de música o para que las chicas pudieran usar pantalones. Eran años en los que la política se hacía en el barrio, en la escuela, en las universidades, en las fábricas y también en el Congreso y en la Casa de Gobierno. La composición social que acompañó los restos del Ortega Peña era una expresión propia de la época.Se le decia "hasta la victoria siempre" a quien habia dado hasta su vida por la liberacion de la patria y la construccion de una nueva sociedad, con el convencimiento que sus sueños seguirian siendo la base de la militancia futura.

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