89 aniversario del nacimiento de Agustín Tosco. Compartimos palabras de su hija Malvina.

Aunque era chica, recuerdo como si fuera hoy su activismo sindical. En casa estábamos muy alerta porque eran tiempos de mucha persecución y a él lo tenían en la mira. Iba siempre al frente de las movilizaciones y en aquel momento la Policía reprimía con balas de plomo. Pude disfrutarlo poco: tenía 5 años en 1966, cuando tras el Golpe de Estado a Arturo Illia comenzó a venir menos a casa, luego de que la familia recibiera reiteradas amenazas.

Mi papá era cariñoso y hablaba mucho conmigo. Tenía la honestidad y la solidaridad por sobre todas las cosas. Lo pienso levantándose temprano, poniéndose a hacer gimnasia. También sentado en su máquina, escribiendo; trabajaba tanto que lo único que lo hizo parar fueron sus encarcelamientos. Solíamos ir al pueblo de mis abuelos: amaba a sus padres y a sus hermanas, pero daba la vida por sus ideales, con ese altruismo y una entrega desinteresada que hoy son mi mayor legado. Siendo la cabeza de uno de los gremios más importantes, nunca quiso tener auto ni ningún otro privilegio… él andaba en colectivo.

En sus cumpleaños, tan cerca de la conmemoración del Cordobazo cada 29 de mayo, mi pasado se hace presente y no puedo evitar las lágrimas. Los trabajadores de aquellos años, como mi papá, como Atilio López, son héroes y ejemplos a seguir: fueron perseguidos, apresados, castigados y, aún así, resistieron. Ellos entendían al sindicalismo como una herramienta de transformación social no para algún sector en particular, sino para los estudiantes, las laburantes, los oprimidos, para toda la sociedad.

Leo sus textos recurrentemente y me asombro, pues en el año 72 mi viejo aseguraba que la Argentina debía cortar las cadenas con el FMI. Sin embargo, volvimos a retroceder en los últimos años, a tener una deuda monstruosa y a perder la soberanía económica. Entonces, es inevitable ratificar que nos falla la memoria.

Hoy, en su cumpleaños 89 agradezco sentir la presencia de mi padre en ustedes. Si lo tuviera en frente, antes que nada, le daría un abrazo y le diría lo orgullosa que estoy de levantar las mismas banderas. Él vive en el pueblo, con quien seguiría a la par peleando por sus derechos, denunciando honestamente cada injusticia y siempre, siempre, del lado de la voluntad popular.