La misma crisis que impulsa a Trump y entre nosotros hasta el gobierno de la Casa Rosada, pretende encerrar a hombres y mujeres en el mas profundo e insensible individualismo.

Como dice Alvaro García Linera, el triunfo de de Trump y la salida de Gran Bretaña del Brexit, significan el fin de la globalización como paradigma político cultural y moral. esto lo indicaría, el hecho que los países en que se inició la globalización, con Reagan y Tatcher, hoy con estos gestos, abandonarían ese camino. También señala este hecho como una profunda crisis del capitalismo.

Esta situación siempre debe ser vista como una oportunidad, ya que el cambio en las reglas de juego, cuando ocurre por una crisis del poder, permite algún intersticio para organizar poder popular y soberanía nacional.

Al mismo tiempo, esa misma profundidad de la crisis, se extiende como una amenaza mundial sobre el empleo, y los votos que en muchas partes, se inclinan hacia la derecha, parecen graficar ese miedo, y en vez de encausar esa crisis como oportunidad, para crear redes sociales, que puedan , por ejemplo asistir a migrantes y refugiados que hoy llegan en oleadas interminables, sin ninguna protección ni solidaridad, aún para los niños, que solo generan piedad en noticieros o redes sociales, no logran mover ninguna piedra de la muralla que los separa de un poco de paz, trabajo y comida.

La utilización del miedo, está generalizada, y concentrada simbólicamente en el desempleo, los medios mundiales y las corrientes de pensamiento dominante, hablan del sobrante de trabajadores, y hasta del fin del trabajo, la automatización avanza hasta fronteras desconocidas, y ello lejos de generar una mejoría mundial, el fin de la pobreza, una bonanza generalizada, esta provocando una concentración de la riqueza en la menor cantidad de manos de la historia y una extensión del hambre y la pobreza mundial, que nos retrotraen varios siglos atrás.

La reacción del miedo generado por la derecha, es contraria a la búsqueda de una salida en común. Son la imagen del hombre o la mujer, instalados en la puerta de su vivienda y en la puerta del trabajo acomodados en una banqueta alta y cargando los cartuchos en su rifle, poniendo su persona como frontera que siente tan amenazada, apuntando a los enemigos que le señalan los medios dominantes, el prójimo, el extranjero, el pobre, el negro, como amenazas potenciales, el que puede arrebatarle el trabajo, y en consecuencia hasta su vivienda, su alimento y hasta su familia.

En esta hora los sindicatos y en particular las centrales de trabajadores tenemos una responsabilidad medular, la construcción de una nueva unidad de trabajadores, con los precarios, los desocupados, las organizaciones sociales y barriales, los estudiantes, las pymes, las organizaciones de la cultura, religiosas, multisectoriales y toda organización que pretenda un desarrollo de nación en común, en un proyecto inclusivo y que defienda nuestra integridad e independencia, desde los puestos de trabajo, hasta las decisiones soberanas, tanto económicas como políticas y sociales.

Esa unidad es posible y es ahora. la CTA está en primera línea para este desafío.