Más de 350 personas evacuadas, unas 1.500 sobre los techos de sus casas, cuatro puentes cortados, represión policial con heridos, detenidos por intentos de robos, quejas por la falta de asistencia municipal, la visita de la gobernadora y el leve descenso del agua a última hora, forman parte de un lunes post-navidad en un Pergamino que mira el cielo implorando por el cese definitivo de la lluvia.

Por María Luisa Mazzola
Sec. Gral. CTA Norpampa

Desde la madrugada del domingo del 25 de diciembre hasta la mañana del lunes, cayeron en Pergamino y la región 220 milímetros que provocaron el colapso del arroyo local que superó la cota del terraplén e inundó gran parte de las zonas urbanas aledañas. La intensidad y cantidad de agua caída ocasionó que barrios como el Jorge Newbery, Kennedy, 27 de Noviembre, Belgrano, José Hernández, Güemes y Centro, tuvieran en algunos casos hasta dos metros de agua dentro de los hogares, tal como ya sucediera en la gran inundación de 1995. Afortunadamente, esta vez no ha habido que lamentar la pérdida de vidas humanas.

Ante la falta de planificación y asistencia eficaz e inmediata de organismos oficiales, SUTEBA y CTA Norpampa coordinaron esfuerzos con otras organizaciones como Movimiento Mayo, Nuevo Encuentro, Movimiento Evita, Memoria y Movilización, Peronismo Militante y colaboradores, para subsanar la deficiencia del estado municipal. Desde Defensa Civil, a pesar de haber sido advertidos el jueves 22 de la probabilidad del fenómeno climático por parte del observatorio del INTA, no se previó ni la entrega de bolsas con arena o la coordinación estratégica de la ayuda necesaria para los damnificados.

La falta de respuesta y la desesperación de los inundados derivaron en varios cortes de calles y rutas. En este marco de situación, con una ciudad aislada por el cierre de sus accesos viales y la clausura de los puentes que cruzan el arroyo entonces desbordado, se produjo se produjo un grave hecho de represión en el único puente habilitado al tránsito cito en ruta 8. Un grupo de vecinos que solicitaban baños químicos y alimentos, recibieron golpes y balazos de goma por parte de las fuerzas de seguridad allí apostadas: policía bonaerense, grupo GAD, gendarmería e infantería. Los dos detenidos en el episodio fueron puestos a disposición de la justicia federal y llevados a declarar al juzgado federal de San Nicolás.

La presencia de la gobernadora María Eugenia Vidal pasadas las 18 hs. del lunes, quien llegó en helicóptero y cuya visita no duró más de una hora, apenas sirvió para dejar promesas de una ayuda que para este martes por la tarde aún no había llegado. Las protestas continuaban en algunos sectores porque ninguno de los pedidos hechos al centro de referencia del Ministerio de Desarrollo Social o al Municipio habían tenido eco favorable y en la mayoría de los casos no había funcionarios a quién dirigirse para solicitar colchones, ropa, alimentos, elementos de limpieza y leche en polvo, que se estaban necesitando de manera inmediata. La ausencia del estado fue suplida por las organizaciones que, apelando a la solidaridad de los pergaminenses, recolectamos donaciones que fueron recepcionándose en la sede de Suteba CTA Pergamino, San Nicolás 83, y luego distribuidas en los lugares más afectados, según las necesidades relevadas por los compañeros.

Con 350 evacuados y más de 1500 auto evacuados, las necesidades siguen siendo muchas. Con el transcurso de las horas, a medida que desciende el agua, el panorama se presenta desolador. Quienes han perdido todo o casi todo, se encuentran frente a la insensibilidad de la gestión PRO del intendente Javier Martínez, quien parece no saber dar respuestas a quienes sufren por la desidia gubernamental de muchos años. Desde 1995 a hoy, quienes gobernaron esta ciudad no han tenido la capacidad ni la voluntad política para solucionar la problemática hídrica, no sólo local, si no también regional. El uso y abuso de agro químicos que permeabilizan la tierra, la urbanización descontrolada de humedales y terrenos periurbanos para construir barrios privados y el cambio climático, son factores que se combinan fatídicamente con la inoperancia de funcionarios públicos que carecen de la idoneidad necesaria e indispensable para ocupar cargos públicos estratégicos.
La inexistencia de un sistema de alerta temprana que permita estar preparados para paliar los efectos de fenómenos atmosféricos extremos es otro de los factores que se conjugaron para complejizar el panorama. Si bien este tipo de meteoros no pueden ser evitados, sí pueden ser minimizados en sus efectos con la correspondiente organización y prevención, las cuales no pueden ni deben ser reemplazadas por el voluntarismo y la solidaridad de los muchos pergaminenses que se han acercado a Suteba CTA y a los centros de evacuados para colaborar.
Históricamente el arroyo Pergamino reconoce 25 inundaciones de alto impacto. Tres de ellas de extrema gravedad: 1995, 1939 y 1984. Se tiene conocimiento de un par de estudios de hidrología de reciente data, con promedios de picos de más de 1000 m3/s a lo largo de 15 hs en recurrencia de 25 años. Esta última crecida dejó en evidencia, por enésima vez, la completa ausencia de planificación del estado municipal y también del provincial.

Sin dudas, esta crítica situación no es sólo fruto de una única gestión, si no de varias. Después de la gran inundación del `95, pasando por la intendencia del peronista Alcides Sequeiro (cuatro años de mandato) en adelante, los catorce de Cachi Gutiérrez (Frente Grande, FPV, radical cobista, sucesivamente), los dos de Omar Pacini (radical vecinalista) y el año cumplido de Javier Martínez (PRO puro), todos tienen su cuota de responsabilidad. Ninguno ha podido encontrar los caminos de diálogo, en algunos casos, o acelerar las tratativas, en otros, para que la presa o dique seco (“Alternativa regulada”) a la altura del arroyo la Botija, a 3,5 km de la ciudad, arroyo arriba, sea una realidad palpable. La Justicia dio la anuencia para su concreción pero, y sin embargo, “el poncho no aparece”.

El monto de la obra es inaccesible, incluso para la Provincia, dijo el lunes el intendente macrista Martínez. Hay una alternativa más económica e igual de eficiente, aseguró sin especificar cuál. Desde la COSOPPER, organización de inundados involucrada desde hace 20 años en la problemática hídrica regional, cuestionan las afirmaciones del funcionario.

Antes, porque Sequeiro no tuvo buena relación con Menem. Porque a Gutiérrez le tocó el país quebrado del 2001 y luego porque se enemistó con el kirchnerismo. Porque después Pacini afrontaba un interinato de apenas dos años. Y ahora, porque el novel Martínez, PRO puro, aduce que la obra costaría entre 1600 y 2000 millones de pesos y eso en mucho dinero que no asegura su contrapartida en votos. Así, patean la pelota hacia delante mientras la gente sigue padeciendo.

El agua no discrimina. Los inundados son personas reales y concretas quienes, en un buen porcentaje (casi el 70), votaron el cambio prometido. Ellos han perdido todo o casi todo, algunos por segunda vez en su vida, y deben volver a empezar en un contexto económico adverso sin perspectiva de mejoramiento. Con mínima ayuda estatal, o apenas un subsidio insuficiente y aún no confirmado que algún funcionario querrá capitalizar para su beneficio político en el próximo año electoral.
Para la presa o dique seco no hay fondos dicen. En dos, cinco, diez o quince años, entonces, nos estaremos enfrentando a una situación similar a la de hoy.

Tropezaremos, sin errarle, con la misma piedra, y nuevamente se apelará a la solidaridad de los habitantes de este pueblo grande y campechano. Porque siempre contaremos en la norpampa con buena gente preocupada y ocupada en mirar cualquier cielo oscuro de nubes, con pánico y con rezos, pidiendo al alto cielo que la ciudad no se inunde, otra vez. Y el ciclo vuelva a empezar.