En diciembre de 2012 hicieron su primer trabajo común: confeccionar pecheras para Suteba y CTA. A partir de ese momento y bajo el impulso del Centro de Formación Profesional 403, donde habían cursado moldería, armaron una cooperativa textil. Son seis mujeres. Que en el contexto de la economía social están haciendo historia. Confeccionan parte del vestuario de Danza por la Inclusión, que dirige Iñaki Urlezaga. Por Claudia Rafael

Es un grupo de mujeres que se conoció en 2011 cuando todas cursaban Moldería en el Centro de Formación Profesional Nº 403 "Carlos Moreno". Ni siquiera imaginaban entonces este presente en el que seis de ellas trabajan a diario en su propia cooperativa, en la que atraviesan cada uno de los pasos de la confección de ropa y desde la que, entre otras aristas, son las responsables de confeccionar toda la ropa masculina de los bailarines de Danza por la Inclusión, que dirige Iñaki Urlezaga. Se trata de Marcela Olivera (presidenta), Florencia Cisneros (secretaria), Paola di Gerónimo (tesorera), Mirta Rebolo, Patricia Salazar y Nadia Lachermeier. De lunes a viernes de 8 a 17 y sábados, medio día, son las hacedoras de sus propios destinos en su sede de Rivadavia 2959 de Olavarría. Algunas provienen de experiencias duras y difíciles dentro del universo del trabajo textil fabril; otras tenían su propio tallercito casero; y varias se decidieron por hacer cursos dentro del Centro de Formación creado por la CTA Olavarría.

Al año siguiente -contó Florencia Cisneros a EL POPULAR- "Celeste Madueña (diseñadora y docente) nos propuso desde el mismo Centro formar una cooperativa. Nos encantó la idea. Algunas de nosotras habían trabajado en fábricas, otras tenían un taller en su propia casa, otras éramos estudiantes. Pero lo que teníamos en común era el curso de Moldería". Fue en diciembre de 2012 en que les surgió la primera gran apuesta: hacer unas pecheras para Suteba y CTA. Casi como una prueba de fuego para saber cómo se llevaban, cómo podían ensamblar sus diferentes personalidades, sus historias, sus ganas. El 5 de abril de 2013 se concretó el acta constitutiva de la cooperativa y nunca más volvieron atrás. Desde entonces esa semilla que asomó de la mano de las pecheras se transformó en un esfuerzo colectivo y en un camino que -están convencidas- no tiene vuelta atrás. "Para que no nos olvidemos de cuál es el camino, Marcela que sufrió experiencias de explotación muy duras- nos remarca que no hay que olvidarse de que somos las dueñas. De que tomamos nuestras propias decisiones".

Marcela Olivera relató que "cuando nos propusieron el armado de la cooperativa yo ni siquiera sabía cómo funcionaban. Y a mí me cambió completamente la vida. Venía de años de explotación y como casi todas las que dejan de trabajar en una fábrica, me compré mi propia máquina y me autoexplotaba. Dormía tres o cuatro horas para que me dieran más o menos los números. No tenía sábados, domingos, día de la madre, feriados. Tenía, además, una mentalidad completamente capitalista. No sabía que existía otra forma. No tenía la menor idea de lo que era la economía social".

En aquel camino individual la ahora presidenta de la cooperativa textil se dijo a sí misma que "tal vez, si fabrico algo me va a ir bien. Pensé en confeccionar camperas. En teoría era todo genial. Pero no contaba con que había que incluir el tiempo que te demanda comprar las telas, cortar, salir a vender. Y al final, más que darte la cabeza contra la pared, te terminás estrellando. Entonces empezás a caer en la autoexplotación. Salís de una fábrica en la que te explotan para ser tu propia explotadora".

La transformación, a la hora de armar la cooperativa, fue total. "Cuando empezamos a armar la cooperativa, que era un mundo completamente desconocido para mí, me dije ’apa’. Yo no sabía lo que era una asamblea, no conocía que cuando había que tomar decisiones se votaba y me fue cambiando la cabeza por completo".

Danza por la inclusión

A través del tiempo, además de los trabajos que les encargaban Suteba, el Centro de Formación o CTA, fueron sumando uniformes o distintivos para escuelas. "Un día Eduardo Santellán (delegado regional del Instituto Nacional de Asistencialismo y Economía Social) nos pidió que presentáramos una carpeta de la cooperativa en una reunión en Buenos Aires en el Inaes. Ni nos imaginábamos lo que iba a pasar. En la reunión estaba Iñaki Urlezaga. Y después de una larga charla nos pidió que al día siguiente fuéramos a tomar las medidas de los bailarines a La Plata". Desde ese febrero de 2014 "ya vamos por nuestro cuarto vestuario: Dios se lo Pague, Cascanueces, La Traviata y Giselle, que se acaba de estrenar. Ahora nos preparamos para hacer el vestuario de El lago de los cisnes".

En ese camino debieron adaptarse a muchas cuestiones nuevas. "Nosotras hacemos el vestuario para hombres en Danza por la Inclusión. Los sacos, las mallas, pantalones, camisas, trajes especiales. Pero nos costó mucho adaptarnos porque los cuerpos son completamente distintos. De repente tenés que hacer la camisa o el saco para alguien con una espalda gigante cuando estábamos habituadas a hacer ropa urbana. Pero además, hay que prever cambios de último momento. O tener en cuenta que un día antes del estreno, un artista se puede lesionar y lo tiene que reemplazar alguien con un cuerpo muy diferente".

Cuentan con cuatro máquinas de la cooperativa, una de la mutual y una aportada por Marcela Olivera. "El lugar lo tenemos en comodato, pero ya nos está quedando chico. Y el resto de las cosas las vamos sumando entre todas. Mesa, luces, un sistema de planchado que armó el marido de una de las compañeras", contó Florencia Cisneros.

Abanderada

Hace un par de días, una alta funcionaria del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación le anunció a Marcela Olivera que sería la encargada, entre las distintas cooperativas, de ser la portadora de la bandera del cooperativismo. "Me emocioné muchísimo. Porque yo creo firmemente en lo que hago. Soy trabajadora textil desde 1991. Me enamoré de esta profesión. Y en la cooperativa siempre recalco que priorizamos el valor humano. Que a diferencia de una fábrica en la que sos un número, en la que te explotan en todos los sentidos posibles, nosotras nos respetamos muchísimo en medio de nuestras propias diferencias como personas, con historias de vida distintas. Que nos tomamos juntas un rato para el desayuno al que todas aportamos o para el almuerzo. Que podemos parar en la jornada a debatir sobre lo que hay que hacer mientras compartimos unos mates. Que existe el compañerismo más allá de que pueda o no existir una amistad. Que vos podés confiar en la otra".

Pero además -remarcó- "sabemos que si bien las relaciones humanas son siempre difíciles, nosotras logramos formar un grupo sólido, fuerte, en donde si es necesario nos vamos a quedar toda la noche o hasta muy tarde para entregar un trabajo. Y que vamos a trabajar codo a codo, poniendo el mismo esfuerzo".

Fuente: Diario El Popular de Olavarría

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