La posición del Papa marca un cambio muy significativo. Es una mirada más conmiserativa que la de sus antecesores.

La posición del Papa marca un cambio muy significativo. Es una mirada más conmiserativa que la de sus antecesores. Está claro que la Iglesia necesita revisar sus posiciones más ortodoxas sobre familia y sexualidad, porque de hecho la mayoría de católicos y católicas viven en disidencia activa respecto a las mismas, además de estar en "pecado" permanente desde la perspectiva institucional religiosa cuando se divorcian, cuando abortan, cuando elijen formas de sexualidad no hegemónicas e incluso cuando usan un inocente preservativo.

La visión de fondo de la Iglesia no cambia, pero no todo lo que se considera pecado desde una perspectiva moral religiosa es necesariamente un delito. El problema en nuestro país es que se aborda un tema de autonomía de las mujeres y de libertad reproductiva desde la política criminal. Esta es una gran deuda de nuestra democracia.

La penalización del aborto es profundamente ineficaz e injusta, pero además es discriminatoria: está destinada a un solo sexo. En la declaración papal nada se dice de los profesionales de la salud que hacen la práctica, ni del varón que participó en la gestación. Toda la "culpa" recae una vez más sobre las mujeres.

El aborto seguirá siendo una opción para las mujeres frente al dilema de un embarazo no deseado, mas allá de lo que diga el Código Penal. Pedimos educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir. No le pedimos nada a la Iglesia Católica, mucho menos a la jerarquía local, que ataca las leyes que protegen la salud de las mujeres. Le pedimos al Congreso que trate un tema que la sociedad demanda debatir.

* Sec. Igualdad de Género CTA Nacional

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