(Por Rosana Merlos, Secretaria de Derechos Humanos de la CTA Provincia de Buenos Aires) A pesar del cielo gris y la intensa lluvia fue un claro día, lleno de satisfacción para un pueblo que busca verdad y justicia desde hace ya treinta años.

La condena a reclusión perpetua por delitos de lesa humanidad en el marco de un genocidio dictada por el Tribunal Nº 1 de la Plata al capellán Von Wernich es, sin duda, un paso muy importante para lograr que la impunidad en nuestro país no siga destruyendo esperanzas y arrebatando sueños.

Permite reafirmar mediante un fallo judicial, al igual que en la condena a Etchecolatz, que hubo un genocidio en nuestro país, y de esa manera ayudar a desterrar la teoría de los dos demonios que algunos sectores nefastos de nuestra sociedad intentan sostener.
Un genocidio planificado que tuvo como cómplices a sectores civiles y, como queda comprobado en este juicio, a sectores de la iglesia católica.

Es de destacar el trabajo denodado de los abogados que llevaron adelante las querellas, pero haber llegado a esta instancia y a esta calificación de la condena , no es producto sólo del criterio de un tribunal, ni de una estrategia judicial , sino producto de la lucha de las madres , de las abuelas, que fueron son y serán ejemplo en nuestro país y en el mundo entero , y de todas las organizaciones de derechos humanos ,sociales y de trabajadores que, junto a gran parte de nuestro pueblo, mantuvieron viva la memoria y el reclamo por justicia.

Falta mucho camino por recorrer aún para lograr que ningún genocida camine libremente por las calles, y por eso seguiremos reclamando para que se aceleren los juicios, se unifiquen causas y no se exponga a los testigos a la penosa situación de revivir una y mil veces los aberrantes hechos de los que fueron víctimas.
Y seguiremos reclamando sin descanso la aparición con vida del compañero Julio López, tal como lo expresaron los pañuelos blancos en alto con su imagen cuando se leyó la sentencia al genocida Christian Von Wernich.

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