Unas 300 personas asistieron esta tarde al acto de inauguración delmonolito indicador de la entrada al ex centro cladestino de detenciónde Monte Peloni, el lugar donde se alojaba para sesiones de tortura alos militantes políticos secuestrados y desaparecidos en Olavarría durante la última dictadura de la Argentina (1976-1983).

Monte Pelloni

El acto fue un emocionado, lúcido y atemperado recuerdo de los hechos que dividieron en dos a las comunidades de todo el país, que abrieron heridas que aún no cicatrizaron y que implican un apelativo a la memoria colectiva. La presencia de alumnos de colegios secundarios locales tuvo ese sentido.

En las sillas centrales estuvieron el jefe de Gabinete Héctor Vitale, la secretaria de derechos humanos Sara Dorotier de Cobacho, la inspectora jefe regional Anahí Carbone, la inspectora jefe distrital Nora Ambrosis, varios miembros de Gabinete, el sobreviviente y presidente de la Apdh local Carmelo Vinci, concejales, el titular de CTA Alex Hiese, los representantes de la CGT José Stupia y Marcelo Díaz, la dirigente de Suteba María Elisa Risé,representantes de “Memoria por la Vida en Democracia” de Tandil, autoridades de la Facultad de Ciencias Sociales, la ex detenida del centro de reclusión local Araceli Gutiérrez, el representante de la FTV José Calderón, Juan Ricaud (Soeco) y representantes de la comisión por la recuperación en Campo de Mayo.

El primero en hablar en el acto, que empezó puntualmente a las 14:30, fue el secretario de Gobierno.

“Tenemos el triste mérito de haber generado una palabra que no existíaen el lenguaje internacional: desaparecido. Los derechos más elementales que las sociedades occidentales les dan a sus ciudadanos durante aquellos años no tuvieron ninguna validez. Muchos de nosotros en aquellos momentos teníamos la edad que tienen ustedes”.

Vinci –titular de la Apdh y él mismo ex detenido de Monte Peloni, secuestrado un 22 de setiembre igual al de esta fecha- recordó a suturno “cómo pasábamos en camiones por aquí atrás, cuando nos trajeron detenidos, y cómo luego pasaron otros, algunos de ellos que no viven más; recuerdo los sonidos, los disparos de los simulacros defusilamiento, las largas horas donde esperábamos las sesiones detortura; peto también recuerdo el canto de los pájaros y el silbato dela fábrica que está acá a mis espaldas”.

Sara Derotier fue quien hizo hincapié en lo que significaba la figura terrible del desaparecido para las familias que sufrían la pérdida:“Los militares sabían que un desaparecido es peor que un muerto; a undesaparecido se lo espera toda la vida, uno no sabe dónde murió, dóndeestán sus restos; sabían todo lo que trauma un desaparecido”, relató con profunda emoción.

Hubo dos capítulos musicales. Al comenzar, abrió el tono recordatorio y pausado de Adriana Saravia y Valentín Reiners; y cerraron Los Sikuris de la Escuela Nº 65, ese grupo de chicos y jóvenes coordinados por Guyi Mieri y Alba Mancinella, que con quenas, flautas, bombos y charango hacen una vital música norteña que logró hacer bailar a muchos, en un homenaje vivo y vital a la memoria, a lo terrible del pasado y a la invitación a recordarlo –como con ese monolito- para no repetirlo nunca más.


Fuente: APDH Olavarría

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