La orden firmada por Massera para condecorar a 81 integrantes o colaboradores del Grupo de Tareas de la ESMA reveló la existencia de 28 personas que no fueron denunciadas. Más pruebas para el juicio que comienza la próxima semana.

(FUENTE: Pagina12.com.ar)

El 12 de septiembre de 1978, cuando la mayor parte de los secuestrados de la ESMA ya habían sido “trasladados” en vuelos de la muerte, el almirante Emilio Massera condecoró a ochenta y un hombres por su actuación “en el Grupo de Tareas 3.3, en operaciones reales de combate”. La lista incluye secuestradores, torturadores, mecánicos que reparaban autos robados, médicos que atendían partos en cautiverio e inyectaban a las víctimas de los vuelos, aviadores, técnicos aeronáuticos y hasta el electricista que reparaba las picanas. Alfredo Astiz, Jorge Acosta y otros once combatientes serán juzgados desde la próxima semana en Comodoro Py. Ocho están procesados con prisión preventiva. Cinco continúan prófugos. Murieron como mínimo 27: los menos como imputados –incluido el prefecto Héctor Febres, envenenado antes de escuchar su sentencia–, la mayoría en el anonimato. Página/12 investigó y buscó al resto: 28 desconocidos, libres e impunes. Cinco son dueños o directores técnicos de empresas de seguridad privada. Varios hicieron carrera en la Armada y supieron merodear altas esferas de gobierno. Uno fue director de Inteligencia Naval hace apenas cinco años. Otro presidió el Foro de Almirantes Retirados, bastión de lucha a favor de la impunidad de sus miembros.

La resolución secreta lleva el número 745/78. Se titula “Otorgar distinciones a personal componente del Grupo de Tareas 3.3” (GT 3.3). Invoca como fundamento la resolución 736/78, que instituyó premios a protagonistas de “hechos heroicos y acciones de méritos extraordinarios, individuales o de conjunto”, y la firma Massera, comandante en jefe de la Armada. La lista incluye sesenta marinos, ocho miembros de la Policía Federal, tres del Ejército, tres del Servicio Penitenciario Federal, dos de Prefectura y cinco civiles, divididos en cuatro categorías: heroico valor en combate, honor al valor en combate, operaciones de combate a secas, y premio al esfuerzo y la abnegación. Sólo cuatro figuran además como heridos en combate. Excepto los suboficiales, todos son realzados con el rango de Don. La orden escrita firmada por Massera fue incorporada a la causa a cargo del juez federal Sergio Torres hace casi seis meses.

Un operador Florido

La resolución de la Armada, que niega conservar información sobre la guerra sucia, fue incorporada a la causa “a título de colaboración” por el capitán de fragata médico Carlos Octavio Capdevila, procesado con prisión preventiva por atender a mujeres embarazadas en la ESMA a partir de 1979. La condecoración incluye a los colegas que lo precedieron: Carmelo Spatoco, Héctor Reinaldo Ricciardi y el comisario Francisco Antonio Diez, todos fallecidos. El 18 de mayo, preso en el penal de Ezeiza, “Tommy” Capdevila solicitó ampliar su declaración. Explicó que llevaba seis años detenido y consideró injusto que le prorrogaran su prisión preventiva. “Mi colaboración no ha sido tenida en cuenta”, afirmó, y le recordó al juez que varios miembros del GT 3.3 que mencionó en 2007 “no han sido llamados a prestar declaración indagatoria”.

Citó como ejemplo al capitán de navío auditor Pedro Carlos Florido. Reiteró que supo “por comentarios del capitán Acosta que en 1977 y 1978 cumplió funciones” en la ESMA, que lo vio “salir numerosas veces del despacho del capitán (Horacio) Estrada” en 1980, y manifestó su sorpresa de que, lejos de estar detenido, “hasta no hace mucho tiempo siguió manejando nuestras causas como integrante del Servicio de Inteligencia Naval, por tener relación personal con varios jueces federales, entre los que se encuentra Su Señoría y (María) Servini de Cubría”, declaró.

En base al Plan de Capacidades de la Armada y a las directivas del Consejo de Defensa 1/75 “Lucha contra la subversión”, ambos de 1975, Capdevila calculó que la suma de oficiales superiores y jefes que participaron de la guerra sucia asciende a 1200 marinos, “que indudablemente tenían capacidad de decisión”. “Sólo resta a Su Señoría ordenar a la Armada que suministre los datos de quiénes cubrían esos cargos e indagarlos”, propuso.

“En mi modesta opinión todos aquellos que hasta la fecha no aparecieron deben estar muertos”, arriesgó, y para dar con los responsables de los vuelos consideró “imprescindible investigar a la Fuerza Aeronaval 3 de Ezeiza”, dato que coincide con las declaraciones de ex mecánicos del área militar de Ezeiza citados el mes pasado por Páginal12.

Tiburones y panteras

Varios condecorados tuvieron una larga carrera naval. La mayoría pasó a retiro en la década del ’90. Seis siguieron en actividad en el siglo XXI. Héctor Julio Alvarez alcanzó el grado de vicealmirante. En 1998 participó como comandante del Area Naval Austral del primer ejercicio combinado con la Armada de Chile. En la foto que publicó La Nación aparece tomando un café, en Puerto Williams, con el contraalmirante chileno Jorge Arancibia Clavel. En 1999 el presidente Fernando de la Rúa lo nombró director de Personal Naval. Entre 2003 y 2006 presidió el Foro de Almirantes Retirados.

Cinco llegaron a ser contraalmirantes: Gerardo Enrique Ferrer, Jorge Daniel Marquardt, Jorge Horacio Fuertes, Mario José Bilesio y Horacio Luis Ferrari. En septiembre de 2003 el ex presidente Néstor Kirchner designó a Ferrari como Director de Inteligencia Naval, cabeza de la estructura que sería denunciada por el espionaje ilegal en la base Zar. El ex ESMA es también vicepresidente del Centro Naval y “capitán general de rugby” en el club Centro Naval. Un sobreviviente denunció en 2007 que Ferrari era el apellido de “Pantera”, jefe de operaciones del GT 3.3 que reemplazó a Enrique Yon. Otro mencionó al “teniente Ferrari” a secas. El fiscal Eduardo Taiano precisó en su dictamen de 2005 que “Pantera” era en 1977 teniente de navío. El condecorado era en 1978 teniente de fragata. Vive en un departamento de la avenida Libertador.

Entre los distinguidos hay al menos dos sobre quienes obran en la causa datos contundentes. Un “suboficial Mazola” aparece en distintas declaraciones como “ayudante de Acosta y Radice”. En 2005 Taiano incluyó en su dictamen a “Aníbal José Mazola” y apuntó que actuó entre 1977 y 1979 en el sector de logística del GT 3.3. La Armada respondió que ningún suboficial tenía ambos nombres y envió el certificado de defunción de un tal Julio Mazola. Hasta allí llegó la búsqueda de la Justicia. La condecoración precisa el nombre: “Suboficial mayor Domingo Aníbal Mazola”, que hoy tiene 78 años.

Los sobrevivientes recuerdan a tres miembros del Servicio Penitenciario Federal en la ESMA. “Fragote” es Carlos Generoso, preso en Ezeiza. “Paco” es Roberto Naya, prófugo. El tercero se apodaba “Yoli”, “presumiblemente apellidado Guerra”, apuntó el fiscal Taiano. Massera condecoró a tres penitenciarios: Generoso, Naya y el “oficial adjutor Arturo José Guerra”, que hoy tiene 59 años, vive en Ezeiza y llegó a ser alcaide mayor.

Un razonamiento similar se aplica a los miembros de la Policía Federal. Massera condecoró a siete. Ernesto Weber, maestro en el arte de la picana, goza de arresto domiciliario. Juan Carlos Fotea Dineri, alias “Lobo”, está preso en Marcos Paz. Siguen prófugos Roberto González, alias “Federico”, el “Gordo Juan Carlos” Linares y Pedro Salvia, alias “Angosto”. Carlos Pérez, alias “Bicho”, está muerto. El último es el agente Raúl Cabral, cuyo apellido nadie conocía y “tiene que ser Tiburón porque es el único que falta del grupo de la Federal”, apunta un sobreviviente. Taiano incluye a “Tiburón” en 1977 y 1978 en el sector operaciones del GT 3.3.

Abnegados

Las condecoraciones “al esfuerzo y la abnegación” son las únicas que incluyen a civiles. Oscar Hermelo intervenía en la preparación de los autos no identificables que se usaban en los secuestros. “En 1977 era mi subordinado en el Taller de Automotores, hombre de confianza del grupo de tareas”, escribió el capitán Adolfo Scilingo en 1995, cuando el menemismo designó a Hermelo como fiscal de ejecución. El artículo que ese año publicó Horacio Verbitsky incluye una foto en el taller de la ESMA donde Scilingo le entrega una maqueta de un auto en reconocimiento por su labor. Hermelo sobrevivió en el Ministerio Público hasta el mes pasado. Renunció tras una investigación ordenada por el procurador Esteban Righi a partir de una denuncia del legislador Juan Cabandié, nacido en la ESMA. El fiscal Alejandro Alagia consideró probada su actuación en la ESMA.

Gonzalo Torres de Tolosa, también abogado, ex defensor de varios de sus compañeros, está denunciado como asiduo visitante a la ESMA, miembro del sector “automotores”, y pariente lejano del Tigre Acosta. Scilingo declaró que el “Teniente Vaca”, a quien identificó como Torres de Tolosa, lo acompañó en uno de sus dos vuelos de la muerte. Estuvo apenas un día preso, por orden del juez español Baltasar Garzón. Taiano solicitó su detención hace ya cuatro años.

El mérito del “instructor de práctica” Carlos Héctor Gattoni sería el buen mantenimiento de las picanas. “Gattoni era el apellido de un profesor de la ESMA a quien apodaban ‘Gato electrónico’”, recordó un sobreviviente. “Era profesor de electricidad o de física. Había quedado mal de la cabeza después de tirarse un clavado a una pileta vacía. Tenía entre 30 y 35 años, usaba bigotito”, agregó.

Entre los abnegados figura también el suboficial mayor del Ejército Juan Alberto Brezzo, mencionado por Scilingo en “automotores” con “un sueldo espectacular”, y el “instructor de práctica” José Cotelo. El capitán de navío Oscar José Cabrera murió en 1981. El capitán Osvaldo Agustín Garutti, fallecido hace una década, era íntimo del almirante Chamorro, director de la ESMA. El agente civil Luis Antonio Corvini falleció a los 84 años hace menos de un año. Su esposa no recuerda la condecoración aunque sí que “trabajó toda la vida en la ESMA, enseñaba mecánica”. El médico Francisco Antonio Diez, comisario inspector de la Policía Federal y vecino de Palermo nacido en 1920, habría muerto dos años atrás.

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