Ahora.
Que ya dijimos todo lo que teníamos para decir, y lo dijimos bastante bien. Ahora. Que ya probamos que la cadena de mandos responsable del crimen de floreal, y la prisión y torturas de Iris, empezaba en Riveros y llegaba hasta Aneto.Ahora es el momento de decir que ya hemos ganado la batalla contra el olvido, por la memoria y la verdad. Y que hemos aportado todo lo necesario para que haya Justicia

Ahora.
Que ya dijimos todo lo que teníamos para decir, y lo dijimos bastante bien. Ahora. Que ya probamos que la cadena de mandos responsable del crimen de floreal, y la prisión y torturas de Iris, empezaba en Riveros y llegaba hasta Aneto.

Ahora.
Que hemos dado prueba de poder sostener por más de tres meses la querella contra los represores y tener capacidad de instalar en una porción más amplia de la sociedad –más amplia que la militancia tradicional de la izquierda y el movimiento de derechos humanos- que el crimen de Floreal fue parte de un Genocidio cometido para fundar el país injusto que aún sufrimos.
Ahora es el momento de decir que ya hemos ganado la batalla contra el olvido, por la memoria y la verdad. Y que hemos aportado todo lo necesario para que haya Justicia.
Pero que no depende sólo de lo que hagamos nosotros.
Desde que comenzamos a prepararnos para esta batalla nos propusimos superar dos limitaciones que acosan al movimiento de luchadores contra la impunidad: los límites del liberalismo y la estrecha mirada desde el lugar de víctimas.
Puestos a elegir preferimos definir nuestra lucha como la lucha por la reivindicación del Negrito, por asumir y difundir sus banderas y contribuir a crear condiciones reales para su triunfo.
No hemos sido nunca, ni somos, cultores del liberalismo.
Lo repudiamos como la ideología de las democracias representativas, formales, creadora de la ilusión de que la igualdad formal es más importante que la igualdad real. El liberalismo pretende que el Derecho sea sagrado y que nos subordinemos a sus dictámenes que casi siempre son la expresión de una correlación de fuerzas social antes que el libre resultado de un debate.
Tampoco adherimos a la mirada desde el lugar de eternos víctimas.
Hemos sido víctimas del Terrorismo de Estado, individual y colectivamente, pero pudimos pasar a ser testigos, querellantes, acusadores, constructores de un espacio social que entiende y se hace cargo de nuestro reclamo. La lucha por la memoria y la Justicia es para nosotros parte de la lucha por la Verdad y la verdad histórica es parte de la subjetividad popular necesaria para vencer la impunidad y los imputadores.
Entonces, ¿cómo pararnos ante la sentencia? ¿Considerando solo los aspectos jurídicos? ¿Asumiéndonos como eternos perdedores que merecen y piden una mirada compasiva de la sociedad?
La respuesta no es fácil ni creo que pudieramos llegar a una formula mágica que nos permita medir la sentencia y leer su significado político.
En la lucha social, cultural y política nunca nada es tan fácil.
Pero pensamos que un punto de referencia podría ser si el Tribunal da por probadas las denuncias de la familia Avellaneda y por lo tanto TODOS los juzgados son condenados. Y ese sería un primer corte.
Culpables o Inocentes.
Se da por cierto lo dicho por Iris y el resto de los testigos o se lo bastardea, una vez más.
Pero sabemos que todo puede ser más complejo y lleno de matices.
Que pueden considerarlos culpables pero aplicar sentencias diferenciadas.
Que pueden llegar a que alguna sentencia sea tan menor que en pocos años quede alguno de ellos libre.
O pueden mandarlos a su casa hasta que la sentencia quede firme (lo que sólo será cuando la Corte Suprema la confirme, dos o tres años por lo menos)..
En ese caso, proponemos una mirada crítica, muy crítica, de denuncia de que la formalidad jurídica, la llamada “normalidad procesal” es funcional a la impunidad y una promesa de que iremos a la Corte y a la Corte Interamericana de Derechos Humanos con nuestro reclamo, pero no equiparar esa situación a la de la absolución.
Soy conciente que la propuesta es innovadora.
¿Que es más fácil y hasta más gratificante que colocarnos en eternos víctimas de la injusticia y el PODER? pero estoy proponiendo un debate sobre la eficacia de nuestros posicionamientos.
Otros niegan todo contacto con las áreas gubernamentales, pero nuestro trabajo sobre Canal 7 permitió que algunos cientos de miles de argentinos conocieran el caso del Negrito o que el Instituto Espacio para la Memoria nos diera movilidad y apoyo con ediciones gráficas para la disputa.
Y no por eso abandonamos Justicia Ya! ni dejamos de valorar que otras organizaciones de derechos humanos se jugaran enteras en el juicio como los abogados del Ceprodh, la Asociación de Ex Detenidos y Fidela. Hemos tratado de no hacer contraposiciones falsas y unir todo lo que se pudo para confrontar con la impunidad sin discriminar ni prejuzgar a nadie.
En todo este proceso la Liga ha crecido en credibilidad y visibilidad, se trata de pensar cómo logramos más capacidad de llamar la atención sobre nuestro discurso y se trata de “partir” del sentido común. Teniendo en cuenta que el espacio al cual dirigimos nuetro mensaje se ha ampliado, debemos pensar en terminos de eficaci a del discurso. Por ejemplo: cómo entendenría ese público ampliado que el Tribunal los conside Culpables y nosotros digamos que nos derrotaron y engañaron, etc. etc.??.
Paulo Freyre decía que partir no es lo mismo que quedarse, refiriéndose justamente al sentido común y la lucha cultural de la izquierda.. No estoy proponiendo conciliar con la Justicia y la “normalidad procesal” sino buscar las mejores condiciones para esa batalla.
Porque ahora, como dijo Sabrina en el Juicio, estamos más seguros que nunca que cuando nadie se acuerde del nombre de los generales asesinos, ni polvo quede del polvo de los huesos de los genocidas, el nombre del Negrito será barco y será calle para que todos sepan que el sueño eterno de la libertad no murió con el Negrito.
Y eso valdrá siempre mucho más que cualquier condena judicial por más fuerte que ella sea.
“Mi venganza será que tu hijo vaya a la escuela” le dijo Tomás Borge a su torturador en la Nicaragua de Somoza y la nuestra, que un niño corra por las calles de una Argentina liberada con el rostro del Negrito en su remera gastada y sucia para que todos sepan que el sueño eterno de ser libres es invencible, como la verdad que sostuvimos en el juicio.

José Ernesto Schulman

Comentar este artículo