Un poco de plata y promesas de obras para más adelante, es la síntesis de la reunión realizada el viernes entre los estudiantes secundarios del oeste del conurbano bonaerense junto a autoridades provinciales.

(Fabiana Arencibia-Red Eco) Buenos Aires- Para esta reunión, pautada hace 15 días con el ministro de Educación de la provincia de Buenos Aires, Mario Oporto, los funcionarios debían traer las soluciones definitivas a los reclamos de una veintena de colegios de la zona. Tal fue el acta-compromiso firmada por el ministro. Sin embargo poco de eso sucedió.

El lugar de reunión se cambió a último momento. Un cartel pegado en la puerta del Consejo Escolar avisaba del traslado. Algo de malhumor ya comenzó a gestarse. Finalmente en el salón de actos de una escuela cercana, con ventanas a las que le faltaban varios vidrios – como una prueba palpable del menor de los reclamos hechos por los estudiantes- comenzó la reunión que se extendió a hasta pasada la una de la madrugada.

En una prolija exposición, el director de Infraestructura de la Dirección de Educación, Gustavo Grasso, dividió las soluciones en tres categorías: las inmediatas, las que formarán parte de proyectos a desarrollar a mediano plazo y las más complejas cuya solución llevará un tiempo considerable.
Claro está que los tiempos de los funcionarios provinciales no son los tiempos de los estudiantes que desde hace tres, nueve y hasta veinte años reclaman, mientras los funcionarios les prometen y no cumplen.
Este viernes, si nada se cruza en el camino, las cooperadoras de solo la mitad de los colegios que firmaron el acta con Oporto recibirán cheques por un total de poco más de 700 mil pesos para hacer frente a situaciones que ya no se sostienen más: desagües, toma corrientes, vidrios, instalaciones de gas, reparación de baños y pisos, pintura, iluminación, cloacas, algo de mampostería.

Estas refacciones, si bien son parte de los reclamos, no dejan a los colegios en las condiciones necesarias para poder dictar clases. El diagnóstico fue hecho por inspectores del área de infraestructura del ministerio. El problema es que en la zona existen 150 edificios en los que funcionan 210 establecimientos educativos para lo cual "hemos duplicado la cantidad de inspectores", pasando de dos a cuatro!
Pero el grueso de las obras "formarán parte del Plan de Obras que la Dirección General de Escuelas lanzará en el mes de setiembre", prometieron.

Gustavo Grosso y Mario Oporto tienen un ejercicio en el lanzamiento de estos planes desde hace años. El del 2004 prometía construir 13 colegios y hacer 19 nuevas sedes para escuelas del conurbano. Oporto, explicaba por entonces que "por la crisis, desde 1998 focalizamos nuestra tarea en el mantenimiento de los cerca de 8.000 edificios escolares que tenemos. La idea ahora es terminar lo antes posible la mayor parte de estas obras."

Solución aparte, sin tiempo ni espacio definidos, es la del Conservatorio de Música y la Escuela de Teatro, ambos de Morón. El primero necesita un edificio nuevo, que pide desde hace casi veinte años. La segunda, que funciona en junto a otras dos escuelas, debe volver a presentar un proyecto que le habían rechazado sin haberlo leído.
Los padres y estudiantes tuvieron además que soportar algunas de estas "frases célebres" del señor Grasso: "Las empresas que licitan luego abandonan las obras por la inflación", "Yo no puedo darles garantías", "Mi garantía no vale de mucho" (sic)

Ante esta situación de indefensión las respuestas de los estudiantes fueron: "El estado es responsable que se cumpla el trato" "Nosotros les estamos haciendo el favor a ustedes de decirles cómo están nuestros colegios" "Ustedes son profesionales de la burocracia" "Nos están tomando el pelo" "Somos chicos pero no tontos".

Finalmente, en la madrugada se firmó el acta. Allí quedó plasmado el descontento por parte de los estudiantes, que no admiten más plazos. Por eso piden una nueva reunión con el Ministro de Educación para el 22 de agosto en la que exigen que traiga definiciones de planes de obras, fecha de inicio y finalización de las mismas y la partida presupuestaria asignada.

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