Nuevamente vemos cómo el afán de lucro y ganancia de las patronales a cualquier costo, se porduce sin contemplar la salud y la seguridad de los trabajadores. Este desprecio, afecta en especial a la juventud trabajadora: Alfredo Dianda y Nicolás Correa, de 23 y 22 años, perdieron la vida, a causa de las graves quemaduras recibidas al explotar un horno de la acería ACINDAR el pasado martes.

No es casual que seamos los jóvenes los que suframos condiciones laborales deplorables que hasta llevan a la muerte como en este caso. Tampoco es casual que la mayoría de los heridos por la explosión pertenezcan a empresas terciarizadas: esto es la consecuencia lógica del desmantelamiento de los derechos laborales que en los ´90 se impuso de la mano de eufemismos como “flexibilización” y “modernización” que sólo trajeron la desocupación, la precarización y la caída de las condiciones de trabajo y salariales de nuestra clase.

Afirmamos claramente que los aumentos en la productividad tienen que originarse en función de innovaciones tecnológicas que mejoren las condiciones laborales de los trabajadores y por ningún motivo esto puede hacerse a costa de ellos. Por ello, desde la juventud de la CTA nos sumamos a la pelea por la participación efectiva de los trabajadores en la prevención de accidentes de trabajo, la formación de los comités mixtos de seguridad y prevención, la figura del delegado de prevención con inmunidad gremial y una nueva ley de accidentes de trabajo. Pero además vamos a seguir exigiendo la intervención activa del estado para eliminar las modalidades de contratación precarizadoras que afectan en especial a la juventud trabajadora, tributando con la muerte la desidia empresarial.

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