Aquello tantas veces dicho pero cierto: “los golpes tan duros... yo no sé”. Como el odio de Dios. ¿Y como Dios puede odiar a un hombre? Es el dolor. Y ahora es el dolor del compañero Yasky.
Bueno. Estamos a su lado. La mano en el hombro. Compañeras y compañeros, muchos -y Hugo lo sabe-, miles, estamos a su lado.
No vamos a poner agrupaciones y de donde sube este lamento por el compañero. Somos todos, estamos todos. A la hora del dolor y a la hora de la lucha, hombro a hombro, como siempre.
Y en este momento tan duro para nuestro compañero es preciso recordar sus enseñanzas: “lo único que nos da calma y nos fortalece es la unidad, es caminar codo a codo”. Y sin duda su padre se marchó orgulloso por el hijo que brindo a nuestra CTA.