Nuestro compañero, Hugo Yasky, está de duelo. Ha fallecido su padre que, también se llamaba Hugo. Ante el dolor del compañero, no mucho para decir. O se podría buscar consolarlo diciendo que era viejito, que la vida tiene ese corte donde el destino la cierra. Eso se podría decir. Pero uno sabe que ante la muerte de un padre, una madre, un hermano, las imágenes, los dolores de toda una vida se acumulan, se pierden las edades y se es niño adolescente y adulto al mismo tiempo. O son como los heraldos negros de los que hablaba César Vallejo.

Aquello tantas veces dicho pero cierto: “los golpes tan duros... yo no sé”. Como el odio de Dios. ¿Y como Dios puede odiar a un hombre? Es el dolor. Y ahora es el dolor del compañero Yasky.

Bueno. Estamos a su lado. La mano en el hombro. Compañeras y compañeros, muchos -y Hugo lo sabe-, miles, estamos a su lado.
No vamos a poner agrupaciones y de donde sube este lamento por el compañero. Somos todos, estamos todos. A la hora del dolor y a la hora de la lucha, hombro a hombro, como siempre.

Y en este momento tan duro para nuestro compañero es preciso recordar sus enseñanzas: “lo único que nos da calma y nos fortalece es la unidad, es caminar codo a codo”. Y sin duda su padre se marchó orgulloso por el hijo que brindo a nuestra CTA.

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