José Luis Cabezas fue ejecutado y su cuerpo quemado por el solo hecho de ser periodista. Hubo alevosía, premeditación, funcionarios policiales involucrados y zona liberada que se intento disfrazar con una escandalosa investigación, quedando fuera los responsables intelectuales, verdaderos paradigmas de la década menemista.
Pese a todo, un fallo condenó a los involucrados que no pudieron ocultarse detrás de las espaldas de los poderosos, pero lamentablemente después aparecieron artilugios y cambios en la carátula con las consecuentes reducciones de penas que llegaron a justificarse hasta con el inconcebible argumento de buena conducta.
Y así, uno a uno de los asesinos de Cabezas -condenados como nunca antes por la sociedad argentina- salen en libertad amparados por el corrupto aparato de la impunidad. Por eso a 10 años de su muerte continuamos reclamando contra la desmemoria y la impunidad . Impunidad de ayer que permite la injusticia de hoy.