[3/11/2005 - Mar del Plata - ACTA] [Por Duilio Ferro] La ciudad de Mar del Plata está dividida en dos. Vallada. De un lado la III Cumbre de los Pueblos, organizada por cientos de organizaciones sociales de todo el continente americano. Aquí cobra fuerza la voz del pueblo, de la gente de la calle, el barrio, la fabrica, la universidad.

Del otro lado de la ciudad, se prepara la “IV cumbre de las Américas” organizada por los gobiernos de los Estados de los 34 países que integran nuestro continente. En ésta, en nombre del progreso, el bienestar de todos nosotros “sin nosotros” se debate el futuro de los intereses económicos de las grandes corporaciones empresarias que buscan apoderarse de la mayor porción de mercado en disputa.

En esta cumbre de los presidentes, los hombres y mujeres se desplazan por la zona de exclusión en trajes oscuros, con sus cabellos engominados o de peluquería, mocasines bien lustrados, atache a tono y despojado de todo tipo de colores vivos. Aquí, las palabras que se pronuncian fueron perfectamente estudiadas de los libros las relaciones internacionales y la diplomacia eurocentristas. La tensión al error, apenas permite esbozar sonrisas algunas.

Del otro lado del vallado, donde se puede caminar libremente y donde la palabra “nosotros” es usada en forma inclusiva -y no excluyente- el debate es mundialmente diferente: más humano. Aquí, en la Cumbre de los Pueblos se trata de continuar construyendo puentes de amistad, solidaridad e integración entre los pueblos de las naciones de América.

En ésta, a diferencia de la otra, imperan los colores vivos y alegres, la pasión por los ideales y la búsqueda de la felicidad. Y por sobre todas las cosas domina el impulso y las ganas de construir un mundo mejor para todos. Aquí predominan los apasionados debates donde cada palabra está regida por el pulso del afecto y la amistad.

En esta cumbre, la compartida y construida por nosotros, los jóvenes se desplazan de un foro a otro blandeando sus remeras y pañuelos coloridos como bandera de esperanza. Sus rostros soñadores reflejan que el camino para dejar atrás a la pobreza y a la desigualdad es “este” y no el otros que intentan trazar de espalda al pueblo.

En la cumbre de los pueblos, los raros peinados nuevos, los cabellos, ensortijados, los mechones teñidos o los simplemente liberados al viento contrastan pero no desentonan en su ideología con la cabellera semi calva de Adolfo Pérez Esquivel, ni con las canas de Nora Cortiñas y Víctor De Gennaro. Aquí los jóvenes portadores de nuevas verdades se desplazan como huracanes virtuosos e intercambian ideas con aquellos que vivieron un poco más.

En el polideportivo, donde se concentra la mayor actividad de esta cumbre de los pueblos, pueden verse representado casi todo el arco ideológico y político. Aquí, flota el alma del Ernesto “Che” Guevara y Simón Bolívar, pero también están presentes Darío Santillán, Maximiliano Kosteky y Sandra Cabrera, la secretaria General de AMMAR-Rosario que fue asesinada por la policía de la provincia de Santa Fe.

En su primer día, esta Cumbre demostró que es posible encontrar consenso entre los jóvenes militantes de los partidos políticos y aquellos que acudieron al llamado del Jubileo 2000. La diferencia es más que evidente, en esta cumbre está el pueblo con sus inquietudes, dudas y esperanzas que apuestan a un modelo integrador, en la otra, dentro de los tres anillos que conforman el vallado están “solo” los presidentes.

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