Santiago Maldonado de 27 años, fue visto por ultima vez corriendo para resguardar su vida ante la lluvia de balas de plomo y goma desatada durante la represión de gendarmería nacional contra la comunidad Lof, pero fue capturado por dicha fuerza según el relato de las personas que pudieron escapar.
Es oriundo de 25 de Mayo, provincia de Bs As, sus padres residen aun en dicha ciudad, pero él se encuentra viviendo en la zona del El Bolsón.

El 1 de agosto se llevó adelante un operativo a cargo de Gendarmería Nacional en el territorio de la comunidad Lof en Resistencia Depto. Cushamen, en Esquel; participaron Escuadron de Gendarmeria N°34 de Bariloche, Escuadron de Gendarmeria N°35 de El Bolson, Escuadron de Gendarmeria N°36 de Esquel, Escuadron de Ramos Mejia y Escuadron de Rawson.

Con un despliegue represivo inusitado, más de 100 agentes fuertemente armados dispararon balas contra los miembros de la comunidad, golpearon a niñas, niños y mujeres, además de destrozar y quemar sus pertenencias y sus rukas.
Desde Buenos Aires viajó a fin de encabezar ese operativo el Jefe de Gabinete del Ministerio de Seguridad de la Nación, Pablo Nocetti.

Desde aquel momento no se ha podido dar con el paradero de Santiago - nacido el 25 de julio de 1989 y titular del DNI 34.589.722-.

La comunidad ha llevado adelante un intenso rastrillaje en el territorio y se ha preguntado en diferentes dependencias policiales y de gendarmería, sin obtener ninguna información sobre su persona. Asimismo se han presentado diversos habeas corpus en su favor.

Desde la CTA y el SUTEBA, haciéndonos eco de la preocupación de la familia y los vecinos, como parte de la comunidad exigimos la aparición con vida de Santiago Maldonado y responsabilizamos al Presidente de la Nación Mauricio Macri, a la Ministra de Seguridad Patricia Bullrich, a los Gobernadores, a los Ministros y todos los que siguen sus ordenes como autores y copartícipes de lo que está sucediendo con esta persona y su familia.

TIENE QUE APARECER"

* Por Sergio Maldonado, hermano de Santiago, desaparecido en democracia.

Hace casi una semana, tras la represión a los manifestantes en la comunidad Lof de Cushamen, la vida de toda mi familia cambió por completo: no vivimos, no podemos, no tenemos noticias de mi hermano, ni respuestas de las Fuerzas que apaleaban, disparaban y arrastraban todo lo que tenían enfrente, mujeres, niños… Y Santiago.

De visita en Chubut, se había quedado a dormir en el acampe para expresar su apoyo a los mapuches, que estaban exigiendo la liberación de su dirigente Facundo Jones Huala, preso político. Pero no, rectificando algo que muchos medios informaron, mi hermano no forma parte de ninguna agrupación de pueblos originarios, aunque siempre se muestre dispuesto a colaborar con distintas causas, frente a la ausencia del Estado. O sus abruptas irrupciones. Pues el martes, cuando la Gendarmería Nacional detonó un desalojo violento, muchas familias se resguardaron detrás de unos sauces, al costado del río que cruza los Andes. Allí, algunos intentaron salvarse de las balas, cruzando ese caudal de agua, entre la dificultad de las ramas. Santi no cruzó. Y el rastrillaje de la Prefectura ya lo confirmó.

Los gendarmes lo rodearon, lo golpearon y lo subieron a una camioneta.
No sabemos nada más.

El viernes presentamos un hábeas corpus en Bariloche, Esquel y El Bolsón. Recién entonces, el juez Otranto empezó la búsqueda, después de 84 horas sin hacer nada de nada. Y sí, se pueden lavar las manos diciendo que no se lo han llevado, pero la Gendarmería será responsable de lo que haya pasado. Santiago no se perdió, ni se esfumó por arte de magia. No se trata de una persona extraviada. Se trata de una desaparición forzada. Pero no vamos a esperarlo de brazos cruzados. Mañana, desde todos los rincones del país, marcharemos para exigir que nos digan dónde está, mientras lo buscamos nosotros mismos, sin descansar ni un minuto. Sólo para eso escribo estas líneas, para pedirles con este grito desesperado que, por favor, nos acompañen en cada ruta, en cada plaza, en cada avenida: tiene que aparecer mi hermano.

Y tiene que aparecer con vida.