La CTA San Nicolás, CTA Provincia de Buenos Aires y la Juventud de CTA estuvimos presentes en este hecho HISTÓRICO.
Seguiremos acompañando este proceso que terminar con la CARCEL PARA LOS GENOCIDAS. NI UN PASO ATRÁS.

ADONDE VAYAN LOS IREMOS A BUSCAR!!!!

Nos acompañaron Rosana Merlos Secretaria de Derechos Humanos de SUTEBA Central y de CTA Prov. de Buenos Aires, Patricia Romero Díaz Subsecretaria de Derechos Humanos de SUTEBA Central, Pablo Macía de CTA Provincia de Buenos Aires.

Cinco años y medio pasaron desde aquel Festival 20/30 que hicimos en el playón de la Escuela Normal cuando se cumplían 20 años de SUTEBA y 30 de la Masacre de la Calle Juan B. Justo. Allí conocimos a Manuel Gonçalves y a la Pipi, abogada y de HIJOS Rosario. A partir de allí compartimos muchos momentos más junto al Cholo Budassi que sigue siendo el motor, Adela, Flor, Juan, Los Amestoy, HIJOS de Paraná y muchos compañeros siempre con el objetivo que el juicio oral llegara.
Luego La Mesa de la Memoria, el día de la Memoria Nicoleña... SIEMPRE HACIENDO MEMORIA ... Y HOY LLEGÓ LA JUSTICIA QUE TRAERÁ EL CASTIGO A LOS ASESINOS.

ESTAMOS FELICES DE ESCRIBIR ESTA HISTORIA CON USTEDES.

Aprendimos que LO IMPOSIBLE SÓLO TARDA UN POCO MÁS.

Fraternalmente
CTA San Nicolás


La Historia

Las fuerzas de seguridad llegaron con tanques, camiones y un arsenal de armas; cerraron el paso a tres cuadras a la redonda para impedir que los vecinos puedan acercarse a la zona e irrumpieron en la casa de calle Juan B. Justo 676. Una veintena de efectivos ingresó a los tiros a la vivienda. Primero fue asesinada Ana María del Carmen Granada estando ella en un rincón, con las manos levantadas, suplicando a su matador que no lo hiciera. Las balas también alcanzaron a Omar Amestoy y María del Carmen Fettolini, ambos oriundos de Nogoyá. María Eugenia y Fernandito murieron en el baño, ahogados por los gases lacrimógenos que habían sido lanzados desde la claraboya por los represores. Manuel, que pudo esquivar entre las sábanas los balazos que impactaron en el ropero en el que su madre buscó protegerlo, fue internado y a los pocos meses dado en adopción. Recién pudo conocer su historia y recuperar su identidad en 1995.

Omar Darío Amestoy era el mayor de cuatro hermanos nacidos en Nogoyá (Entre Ríos). A los 17 años terminó el secundario y se fue a estudiar a Santa Fe. Primero intentó Ingeniería Química, pero enseguida abandonó la carrera y comenzó a estudiar Derecho. A los 23 años se recibió de escribano y se volvió a su ciudad, donde lo esperaba María del Carmen Fettolini, su novia desde la infancia y con quien se casó al poco tiempo. Ella era una de cinco hermanos de una familia que vivía sin sobresaltos y había sido una de las primeras maestras jardineras y trabajaba en el Colegio del Huerto.

En 1969, Amestoy se hizo cargo del Registro de la Propiedad del Automotor de Nogoyá. Para ese entonces, Omar era también un activo militante barrial de Nogoyá, donde realizaba una ardua tarea de militancia barrial, en una ciudad en la que las necesidades eran muchas. "Se sacaba el saco y se iba a trabajar a los barrios", cuentan sus familiares. A la llegada de la dictadura, huyeron primero a Paraná y luego cruzaron a Santa Fe, hasta que se instalaron en San Nicolás, donde fueron asesinados.

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