Consideramos repudiable utilizar una problemática como la violencia de género con fines electorales. Asimismo, reconocemos en cada una de las intervenciones que hace la gobernadora la ausencia absoluta de perspectiva de género. No sólo no se indaga en ningún momento cuál es la voluntad de la mujer que sufre la violencia, sino que, por el contrario, la gobernadora decide intervenir por ella y acercarse al agresor para advertirle que "está acompañada". El poder ejercido por el agresor se traslada a la gobernadora, dejando a la mujer nuevamente en el lugar de objeto. Creemos que las mujeres son sujetas de derecho y no objetos de políticas. Creemos que es necesaria una intervención que habilite el discurso de las mujeres y las empodere para salir ellas mismas de la violencia, acompañadas por las instituciones correspondientes. Creemos también en la importancia de fortalecer estas instituciones, invirtiendo recursos, en vez de terciarizarlas y reducirlas.
La complejidad de la violencia de género necesita, sobretodo, una política integral. Hoy esa integralidad no es más que un discurso: la línea 144 está tercerizada y sus trabajadoras bajo el régimen de empleadas de comercio; el equipo de trabajo, con trabajadoras despedidas, se vio reducido, seccionado, precarizado, descuidado; no hay una política de ingreso y egreso en lo que respecta a los hogares de protección integral; el fondo de emergencia, suspendido durante dos años, se mantiene con numerosas dificultades para su ejecución en la actualidad. En este marco no es posible hablar de empoderamiento de las mujeres. La complejidad de la violencia de género, entonces, no necesita de superheroinas, gobernadora Vidal. Muy por el contrario, necesita de aptitud, perspectiva de género y voluntad política.