Es por eso que, ante una coyuntura extraordinaria en el plano internacional, se necesitan medidas extraordinarias que aíslen los precios de los productos de primera necesidad de los vaivenes externos. Mucho más cuando se trata de un país como el nuestro, productor de materias primas alimenticias. Debemos actuar paralelamente en los ingresos y en el freno a la escalada de precios.
Por un lado, es urgente la implementación de un aumento salarial de emergencia de suma fija como los decretados en el primer gobierno de Néstor Kirchner. Esto permite beneficiar a los sectores más postergados de la pirámide salarial, que son quienes más sufren los aumentos en productos de primera necesidad y, al mismo tiempo, beneficia al conjunto del mercado interno porque sus consumos se concentran mayoritariamente en producciones de la economía local.
En simultaneidad, y para ponerle un dique de contención a la espiral inflacionaria, es necesaria la intervención del Estado para direccionar la renta extraordinaria de los productos de exportación encarecidos excepcionalmente por la guerra en el este europeo y así desligar los precios internos y convertir dicha excepcionalidad en una ventaja para el conjunto de nuestra economía.
Asimismo, se debe trabajar en el mediano plazo para que a través de una empresa estatal y federal de alimentos y una red de ferias populares -que reduzcan la intermediación y la logística- se impacte sobre el mercado de alimentos garantizando su accesibilidad como derecho humano.