Cónica de una muerte demasiado anunciada.
Las crónicas periodísticas dirán que falleció víctima del COVID-19 Ramona Medina, una habitante del Barrio Padre Carlos Mugica.

Es más real lo que expresan sus compañeres de “La Garganta Poderosa”, su organización barrial : “Nos mataron a Ramona”, Ramona Medina era una mujer joven de 42 años.

Dirán que el hecho que fuera insulino-dependiente agravó el cuadro y la hizo más débil frente a la enfermedad. Esto hasta podría ser verídico, si no fuera que ella y su organización venían denunciando hace semanas la situación del barrio, que sufrieron más de una semana la falta de agua, al igual que el barrio padre Richardelli más conocido como Villa 1-11-14, ante una enfermedad que se combate con el lavado de manos.
Que se pidió reiteradamente el aislamiento de las personas de riesgo, en todas las villas de la ciudad, pero especialmente en la 31 que tiene un crecimiento y un hacinamiento muy grandes.
En la Ciudad de mayor presupuesto por cápita del país, asimilable a cualquier ciudad europea, no es un accidente que se pierdan vidas en estas condiciones, la familia de Ramona no se queda sólo con el dolor, sino que se encuentran contagiadas de coronavirus , incluído una de sus hijas que padece una discapacidad.
La desidia del gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, quedó palmariamente demostrado, y para evitar lo que hoy estamos viviendo se alzaron muchas voces, entre ellas las del Frente Barrial de la CTA, las dos CTA de CABA, y también lo denunciamos desde la CTA de la Provincia de Buenos Aires, teniendo en claro que la extensión en los Barrios y villas del Gran Buenos Aires, son un riesgo inminente.
Despedimos a Ramona con toda nuestra solidaridad. Reclamando se arbitren todos los medios para aislar a las personas en riesgo, y el cuidado de cada vida: las vidas están por encima de cualquier especulación económica.
No queremos ni una muerte evitable.
La solidaridad es la vacuna.