Desde la Central expresamos nuestro pesar por su temprana pérdida y acompaña con afecto a su padre Abel quien luchó junto a abuelas para lograr su restitución y que Francisco recuperara su verdadera identidad y que hoy se encuentra dando otra batalla contra el Covid-19.

Transcribimos a continuación el comunicado de Abuelas de Plaza de Mayo .

Comunicado de Prensa :
Dolor por el fallecimiento del nieto Francisco Madariaga Quintela, hijo de Abel Madariaga, pilar de Abuelas de Plaza de Mayo.
Con profunda tristeza, las Abuelas de Plaza de Mayo comunicamos que ayer falleció uno de nuestros nietos, Francisco Madariaga Quintela, restituido el 17 de febrero de 2010 y uno de los pocos en encontrarse con un padre, Abel, el único que ha integrado la comisión directiva de Abuelas.
Francisco nació durante el cautiverio de su madre, Silvia Quintela, secuestrada el 17 de enero de 1977. Según testimonios de sobrevivientes, ella permaneció detenida en el CCD "El Campito" de Campo de Mayo, y en julio de 1977 se le practicó una cesárea en el Hospital Militar de esa guarnición. Silvia dio a luz a un varón al que llamó Francisco. Poco después del secuestro de su compañera, Abel se exilió en Suecia y más tarde en México, hasta que regresó al país en 1983 y desde entonces se integró a la Asociación. Con su inteligencia y creatividad, Abel generó nuevas estrategias de búsqueda de los nietos y nietas.
Francisco se acercó a Abuelas el 3 de febrero de 2010, manifestando que creía ser hijo de desaparecidos. La apropiadora Inés Susana Colombo, le había confesado que lo habían traído de Campo de Mayo y que su ex esposo, Víctor Alejandro Gallo, oficial de Inteligencia del Ejército Argentino y miembro del Batallón 601, le había dicho que el niño había sido abandonado en el Hospital Militar. Según relató Colombo, Gallo llevó al bebé a su casa el 10 de julio de 1977, cuando todavía tenía el cordón umbilical.
La infancia de Francisco fue tortuosa, sufrió violencia física y psicológica por parte de su apropiador, que lo mantuvo cautivo como botín de guerra. Consecuencia de esos maltratos desde temprana edad, se le declaró una diabetes insulinodependiente con la que peleaba a diario.
Francisco buscó su verdad, se encontró con su padre, con su historia, con su familia. Construyó vínculos y amistades entrañables que lo extrañarán; sentiremos su ausencia. Hoy queremos acompañar especialmente a nuestro compañero Abel, secretario de Abuelas, y a todos sus familiares, a quienes abrazamos a la distancia. Hasta siempre, querido Francisco.

Ciudad de Buenos Aires, 19 de septiembre de 2020.