En el día de ayer, el gobierno argentino comunicó su decisión de cesar su participación en las negociaciones comerciales externas del Mercosur. El bloque sudamericano, bajo la presidencia pro témpore del Paraguay, se había inclinado de forma inédita y a contracorriente del “barajar y dar de nuevo” global, por proseguir, sin solución de continuidad, en todos los frentes abiertos de liberalización del comercio, las compras públicas y la propiedad intelectual de medicamentos con Corea del Sur, Canadá, Singapur, India y Líbano.
Esta insólita y temeraria postura asumida por los negociadores del Mercosur, se ve agravada en un contexto de crisis mundial por la pandemia del COVID-19, en el que las principales economías, Estados Unidos, China, Japón y la Unión Europea, se encuentran en plena revisión de los esquemas vigentes de producción y apuestan por la relocalización de los procesos productivos en sus propias fronteras. En este marco, la OMC estima que el volumen de comercio mundial se desplomará entre un 13% y un 32% en 2020. La CEPAL, por su parte, señala que el valor de las exportaciones de la región caerá cerca del 15%, y prevé que los precios bajos se prolongarán en el tiempo, sobre todo en América del Sur, que experimentará una contracción de la actividad del orden del 5,3% en 2020. La Organización Internacional del Trabajo (OIT), finalmente, calcula que la pandemia actualmente destruye el equivalente a 14 millones de empleos en América Latina.
La incontrastable evidencia de los efectos que la crisis genera sobre el comercio, la producción y el trabajo en la región y en el mundo, es el negativo perfecto de la ausencia absoluta de estudios de impacto y análisis costo-beneficio en las negociaciones que el Mercosur ha impulsado en los últimos cinco años.
Pese a ello, las organizaciones sindicales hemos desarrollado estudios y relevamientos propios, que han puesto de manifiesto tres elementos transversales a todos los Tratados de Libre Comercio negociados recientemente: liberalización asimétrica y empeoramiento de la balanza comercial para el Mercosur, pérdida del acceso preferencial a los mercados del bloque y eliminación de instrumentos clave de política pública. La resultante de ello es nada menos que la desaparición de vastos sectores productivos locales y la destrucción de cientos de miles de empleos de forma permanente.
En la actualidad, la Argentina y los otros tres Estados parte del bloque encuentran severas dificultades al momento de solventar la inversión en bienes, infraestructura crítica y medidas de protección social y laboral para responder a la pandemia del COVID-19. Resulta difícil imaginar un escenario en el que, a esas limitaciones, se sume la decisión irresponsable de poner en riesgo la supervivencia de su sector automotor, autopartista, metalúrgico, químico y textil, entre muchos otros. O el hecho de asumir compromisos en materia de propiedad intelectual que impidan acceder a las vacunas y los medicamentos potenciales para tratar el virus.
Hoy, la prioridad para los gobiernos y espacios de integración regional, debe ser salvar vidas y proteger el empleo, el salario y la producción. Bajo ningún punto de vista pueden desviarse recursos en suscribir acuerdos negociados en opacidad y sin evidencia alguna de sus supuestos beneficios, que solo ponen en riesgo el empleo y el salario, y limitan las políticas públicas capaces de garantizar el acceso a la salud.
Los trabajadores reivindicamos el Mercosur como un proyecto económico de integración para la independencia y el desarrollo, basado en la creación y consolidación de capacidades productivas endógenas, en pos de la inclusión y el bienestar de nuestros pueblos.
La Argentina no se va del Mercosur. Reclama por una mayor integración de y para los pueblos, anclada en el protagonismo de las organizaciones y movimientos sociales de nuestra región en su construcción y desarrollo, profundizando una política, económica y culturalmente soberana.
Por ello, desde la CTA de los Trabajadores apoyamos firmemente la decisión del gobierno argentino de retirarse de las negociaciones de los acuerdos comerciales en curso y de las futuras negociaciones del Mercosur, así como su llamado a que los países del bloque retomen el camino de una integración regional solidaria, productiva e inclusiva, capaz de afrontar la pandemia global y sus consecuencias económicas y sociales.
Buenos Aires, 25 de abril de 2020
Roberto Baradel
Secretario de Relaciones Internacionales
Hugo Yasky
Secretario General