Hoy vamos a extrañar su calidez y su bondad, pero fundamentalmente nos va a faltar su mirada lúcida y jóven, que le permitía leer esta etapa como nadie. El cariño y el respeto de les trabajadores es el mejor homenaje.
Compartimos y hacemos nuestras las palabras de su hijo Mariano:
Se fue, dejando una estela de afectos inconmensurables, sin pedir permiso, se fue acompañado y rodeado de afecto. A todos nos hubiese gustado seguir teniendo al viejo, como le decían en villa, se nos van a caer las lágrimas, porque en algún punto, Victorio fue el papá de muchos. Así fue que anduvimos compartiéndolo con el movimiento obrero. Vivió muchísimas vidas en una sola, conoció la militancia, la cárcel y el exilio. Recorrió muchos países y se abrazo con todos los líderes latinoamericanos, que, para el, eran tan importantes como cualquier compañero. Hay muchas cosas para decir de él, y los que tengan ganas de contar alguna anécdota creo que aporta más que poner frases hechas. Abrazo grande a todos, hoy quedamos un poco huérfanos todos, pero si aprendemos del legado que nos deja, de este dolor colectivo haremos el mundo en el que quepan todos los mundos.