Puede que alguna vez ocurra lo que sucedió la semana pasada, cuando el secretario general de la CTA, Hugo Yasky, salió a mostrar su desacuerdo con la ley de ART que impulsó el Gobierno, pero él mismo aclara que eso no le hará cambiar su idea de que “en esta etapa del siglo XXI la opción política para las mayorías populares es el kirchnerismo”.

Ante el panorama de la CGT y la CTA divididas en dos y hasta en tres, Yasky lo evalúa como una situación que se replica en otros países de la región. “Está en crisis un modelo de sindicalismo puesto a defender políticas frente a un gobierno que toma iniciativas populares”, explica.

Los alrededores de la sede de la CTA, en San Telmo, se han venido reconfigurando al compás del incremento del turismo, especialmente del turismo “joven”. Amplias casas antiguas se reciclaron para convertirse en hostels, petits hôtels o hoteles boutique, según la denominación que venga al caso. El encuentro está pautado en el bar de uno de estos hotelitos, sobre Humberto I, muy lindo y tranquilo. Entre una reunión y otra, Yasky avisó que se retrasaría un poco. No hay problema, la mañana es espléndida. Turistas en minifalda salen de paseo mapa en mano, los muchachos del camión chiflan y les gritan alguna cosita. Mezcla de culturas.

En la disputa de sectores luego de la última elección, Yasky quedó con la sede y la representación legal de la CTA luego de que el Ministerio de Trabajo dispusiera la prórroga de mandatos hasta tanto haya una resolución. El entuerto llegó hasta la Corte Suprema, a donde el sector de Pablo Micheli acudió con un recurso de queja después de que la Cámara fallara que se debía votar de nuevo en los distritos con sospechas de fraude, tal como plantea el sector de Yasky. La disputa bajó de las marquesinas cuando emergió la de la CGT, más explosiva. “Con los gobiernos anteriores era fácil porque nos unían en la vereda de enfrente, no había mucho que discutir”, analiza Yasky, y recuerda que en Brasil, Ecuador, Venezuela o Bolivia hubo fracturas similares en las centrales obreras. “Tiene que ver con la caracterización que hace cada uno de esta etapa y cómo se posiciona el sindicalismo ante eso”, agrega.

Habla de un “rompecabezas” en el que se puede unir la foto de Micheli y Hugo Moyano compartiendo una marcha, y luego Moyano con Mauricio Macri y el Momo Venegas en un acto. “Se juntan sólo para oponerse al Gobierno”, explica. Más adelante, cuando se ponga a analizar los cacerolazos, dirá que es imposible que esas alianzas se transformen en una expresión electoral. “No me imagino a las señoras de Barrio Norte votando a Moyano”, desliza. En lo que coincidieron unos y otros la semana pasada fue en rechazar la ley de ART que aprobó la Cámara de Diputados. “Así como medidas como la expropiación de las acciones de YPF nos provocan algarabía, están estas otras que para nosotros son viento en contra y nos generan un fuerte debate interno”, responde. Yasky lo interpreta como un guiño del Gobierno al sector del empresariado que encabeza el titular de la UIA, Ignacio de Mendiguren, motivado tal vez por la mala relación que tiene con los nucleados en AEA, con Techint a la cabeza. “El propio Gobierno reconoce que es una ley corta, y es porque tiene la mirada corta de los empresarios”, ironiza.

No es tan extraño que la CTA plantee diferencias con el Gobierno. Yasky supo oponerse a la ley Antiterrorista y también reclama la suma del mínimo no imponible del Impuesto a las Ganancias. Pero tal vez el cruce más sonado fue aquel con Cristina Kirchner luego del mensaje en la Asamblea Legislativa en el que la Presidenta criticó las protestas docentes argumentando que trabajaban cuatro horas y tenían tres meses de vacaciones. Yasky, un histórico de Ctera, se enojó y la comparó con Eduardo Duhalde. “Perdí la chaveta”, recuerda ahora. Comenta que nunca charló con la Presidenta sobre el incidente. “Nos volvimos a encontrar un par de meses después y aquello ya estaba superado”, sostiene.

Para cuando se publique esta entrevista, Yasky estará en Jordania participando de la Confederación Sindical Internacional, donde la CTA tiene una vocalía. Antes de eso, habrá participado del encuentro de Unidos y Organizados, incluido un homenaje a Néstor Kirchner. Yasky pertenece a la conducción del sabbatellista Nuevo Encuentro y se define kirchnerista. Para analizar los cacerolazos y el supuesto cambio de humor social, recuerda el diálogo que mantuvo días atrás con Lula en su visita a Buenos Aires. “Nos dijo que a través de encuestas en Venezuela se había instalado el clima que Chávez perdía. Que en Brasil, por la difusión del juicio por el ‘mensalao’, hasta los militantes del PT creían que perdían y en las municipales sacaron más votos que nunca. Eso muestra que hay un clima que instalan los grandes medios que logra filtrar en las clases más permeables, pero que más abajo no penetra. Creo que en Argentina está pasando eso”, opina.

Obviamente, se alinea entre los que consideran que el 7D es una fecha trascendente. “Las corporaciones mediáticas son las que hoy quieren ponerle límites al movimiento popular, lo mismo que antes hacían las Fuerzas Armadas. Está pasando en varios países de Latinoamérica”, avisa. Y define: “Estamos en el momento más agudo en la disputa de dos proyectos de país, no es momento para neutralismos. Si nos quedamos quietos, si nos paralizan, es porque nos empiezan a derrotar”. Como para que no lo derroten, entonces, Yasky se despide para cumplir con su agenda antes del viaje. En todo este tiempo de charla no entraron más clientes al barcito. La mañana en San Telmo está más para caminar que para quedarse encerrado.

Té para tres por Hugo Yasky

Pablo Micheli

“Es una expresión de una dirigencia sindical que hoy forma parte de algo así como una patrulla perdida. Los que durante el neoliberalismo enfrentamos las políticas que significaron avasallar los derechos de los trabajadores, hubo momentos en los que compartimos luchas. Y en esta etapa política, evidentemente, creo que la falta de anclaje de Micheli en la historia del peronismo y en la de la lucha sindical real lo convirtió en una especie de hoja que el viento llevó lejos del sentido común de la mayoría de los trabajadores.”

Hugo Moyano

“Un dirigente sindical con el que compartimos un tramo de la historia en la década del ’90, con el que intentamos gestar la posibilidad de una unidad en la acción que les diera a los trabajadores un lugar central en la construcción de un nuevo tiempo político. Lamentablemente perdió la brújula. Derrapó de tal modo que terminó jugando con los sectores tradicionales del PJ. En ese sentido, Moyano volvió a las fuentes. Su cercanía con el Momo Venegas y con dirigentes que vienen de la ortodoxia tiene que ver quizás con lo que fueron sus fuentes.”

Antonio Caló

“Es un emergente de una crisis de la CGT. Tiene la capacidad de ser una especie de bisagra en un momento de fractura y dispersión. Quizá por la falta de un perfil propio y definido es lo que resultó más adecuado como para poder expresar un liderazgo que tiene parte del viejo liderazgo metalúrgico que siempre predominó en la CGT y, a la vez, un perfil lo suficientemente bajo como para que las distintas ‘tribus’ que cohabitan la CGT puedan aceptarlo como denominador común.”

Por Fernando Cibeira - Página 12

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