El 1 de marzo los argentinos escuchamos frente al Congreso Nacional (y otros por cadena nacional) el último discurso de Cristina Fernández como presidenta, por lo menos de este mandato. Como Juventud de la CTA de la provincia de Buenos Aires nos sentimos orgullosos de haber estado presentes en un hecho que seguro quedara enmarcado en el recuerdo de nuestro pueblo.

Pero el orgullo no viene de parte del “fanatismo” como mencionan algunos diarios del lunes 2 de marzo, sino que nace de la seguridad de estar viviendo un momento histórico que en cada paso, con cada bandera y con cada plaza llena va escribiendo nuestro pueblo y sobre todo los jóvenes que militamos cada día para vivir en un país con más dignidad.

Los números varían pero las pruebas son irrefutables: miles y miles de personas, organizadas o de forma independiente, llenaron las calles desde el congreso hasta la Avenida 9 de julio (por lo menos). Pero hay algo que es más irrefutable todavía, y es el hecho de que de esos miles la mayoría éramos jóvenes.

Somos los que estuvimos en cada lucha popular, en el 45 y en la resistencia en los 90. Tomamos las conquistas de esta década ganada, impulsamos cada transformación, somos los que estamos dispuestos a “meternos en el barro” para darle una mano al que todavía no pudo salir y somos los que queremos seguir construyendo “la patria de los humildes” de la que hablaba Evita.

Por eso estamos orgullosos, porque por fin tenemos un país sin deuda externa, porque como se dijo ayer en la plaza “los buitres se quieren matar”, pero sobretodo porque sabemos que esto no termina acá y queremos ser los jóvenes trabajadores los que profundicemos el proceso de transformación en la Argentina, los que terminemos con el trabajo precario, los que terminemos con la violencia institucional y los que conquistemos el aborto legal seguro y gratuito.

Juventud CTA Prov. de Buenos Aires

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