La CTA Pcia. de Bs. As. recuerda el 39° aniversario del fallecimiento del Presidente Juan Domingo Perón.

Aquella tapa ante la muerte de Perón, hace 39 años, demostró que, sin ganas, los recursos del oficio no sirven ni para decorar. Además, que el periodismo, además de un oficio, era (y no deja de serlo) una eufórica militancia, la extensión de la estética por otros medios. Por eso, nadie mejor que Gabriela Esquivada, la autora del brillante Noticias de los Montoneros, para contar esa muerte, esa tapa, esa forma de entender –ayer, hoy, siempre– el periodismo.

El 1º de julio, bajo las habitaciones de Perón en la residencia de Olivos, Isabelita encabezaba una reunión de gabinete cuando a las 10.25 se oyeron ruidos y corridas. “Desde el primer piso, la enfermera gritó: ‘Doctor Taiana, suba por favor. El General...’ Subí la escalera –recordó el médico y entonces ministro– y encontré al General semiincorporado en la cama, cianótico, disneico. Con voz ronca, susurrante, me dijo: ‘Me voy de esta vida... esto se acaba... mi pueblo...’, y luego se desplomó en los brazos de quienes lo sosteníamos”.
Fue el primer paro cardíaco. López Rega lo interpretó de otra manera: se adueñó de los miembros inferiores del General y, tomados por los tobillos, empezó a zamarrearlos mientras pronunciaba frases incoherentes: ‘Quiero retener al General en esta tierra’; ‘Faraón, siempre le di mis energías’. Aunque el corazón respondió a las maniobras de resucitación del equipo médico, a las 12.15 le sobrevino otro paro. Taiana supo que no había nada más que hacer: “A las 12.30, mientras los enfermeros continuaban con vanos intentos de reanimación, Pedro Cossio y yo nos retiramos a una habitación contigua y comenzamos a redactar el comunicado póstumo: ‘El señor teniente general Juan Domingo Perón ha padecido una cardiopatía isquémica crónica con insuficiencia cardíaca, episodios de disritmia cardíaca e insuficiencia renal crónica, estabilizados con el tratamiento médico. En los siguientes días sufrió la agravación de las anteriores enfermedades como consecuencia de una broncopatía infecciosa. El día 1º de julio, a las 10.25, se produjo un paro cardíaco del que se logró reanimarlo, para luego repetirse el paro sin obtener éxito los medios de reanimación. El teniente general Juan Domingo Perón falleció a las 13.15”.
La CGT dispuso un paro general en adhesión al duelo nacional, pero aseguró que funcionarían algunos servicios públicos: el transporte, la salud y la prensa oral, escrita y televisada. Así fueron posibles los siguientes titulares del martes 2 de julio de 1974:
Crónica: “MURIÓ”. La Opinión: “La muerte del presidente de la república afecta a todos los sectores de la actividad nacional”. La Razón: “LUTO NACIONAL”. Clarín: “Inmenso dolor popular por la muerte de Perón”. La Nación: “Juan D. Perón dejó de existir ayer; asumió la vicepresidenta”. Mayoría: “El pueblo vela a su conductor”.
Y el célebre del Nº 214 de Noticias: “DOLOR”. Debajo, la breve y no menos famosa bajada que escribió Rodolfo Walsh: “El general Perón, figura central de la política argentina en los últimos 30 años, murió ayer a las 13.15. En la conciencia de millones de hombres y mujeres la noticia tardará en volverse tolerable. Más allá del fragor de la lucha política que lo envolvió, la Argentina llora a un Líder excepcional”. En esas pocas líneas, Noticias dijo mucho más que Clarín en el recuadro principal de su edición, que informa casi sin contexto: “El teniente general Perón falleció ayer a las 13.15 como consecuencia de un paro cardíaco. Formuló el anuncio del deceso la vicepresidenta, señora María Estela Martínez de Perón, quien declaró que asumía –de acuerdo con la Constitución– la primera magistratura del país. Pidió asimismo a todos los habitantes de la Nación ‘la entereza necesaria dentro del lógico dolor patrio, para que me ayuden a conducir el destino del país hacia la meta feliz que Perón soñó para todos los argentinos’”.
Los números de esos días quedaron a cargo de Bonasso por recomendación de Walsh, quien creía que lo mejor sería una edición populista, según evocó el director: “Walsh me llamaba Populevich. Cuando fue la muerte de Perón, dijo: ‘Estos días el diario lo tiene que manejar Populevich, él lo va a hacer mejor que nadie’. Y fue Dolor. La gente lo mostraba en las colas: levantaban el diario como emblema”.
Toda la edición se ocupó de la muerte de Perón; fue un número de emergencia, de 16 páginas, que compensó su extensión con un suplemento especial de 8 páginas, “30 años de liderazgo”, con el logo calado en blanco sobre el fondo negro de un plano americano de Perón con la banda presidencial y el traje de gala. Todas las herramientas de edición estuvieron al servicio de la línea política, puntuadas por explícitas opiniones y una retórica emotiva: los juegos de títulos y bajadas, la fotografía, los epígrafes.
El suplemento especial exaltó la vida y la obra de Perón. Quizá se haya tratado de un cese simbólico en la confrontación con quien ya no se podía defender: el único y llamativo cambio que se produjo en la contratapa del suplemento cuando se lo volvió a imprimir, debido a su éxito, dos días más tarde, fue en la última página. El día 2 mostraba una toma de Plaza de Mayo en una movilización muy nutrida, con una bandera de Montoneros que recorría de punta a punta las seis columnas y llevaba calada en negro la frase “Mi único heredero es el pueblo”, con la firma de Perón. El 4, la frase se caló más cerca de la cabeza de la página, la firma de Perón estuvo más grande y, sobre todo, la toma de la Plaza de Mayo fue otra: con la misma multitud pero sin la bandera de Montoneros.
Como este suplemento, las tapas de los números siguientes de Noticias tuvieron fondo negro con logo y títulos calados en blanco. Parecían ofrecer escenas de ficción, como el velorio en la Villa Insuperable con que cierra La novela de Perón, de Tomás Eloy Martínez: “Armaron un altar con cajones de frutas. Les quedó una pirámide. La cubrieron con una colcha de cretona y en la cima instalaron el televisor. La imagen estaba fija en la capilla ardiente. A intervalos, las cámaras mostraban la cara yerta del General, entre las placentas de su mortaja (...) Encendieron dos grandes velas a cada lado del televisor y colgaron del techo un crucifijo armado con tablas de andamio”. La tapa del miércoles 3 de julio, muestra precisamente un altar improvisado en una mesa con un mantel en una casilla; tres velas y flores acompañan la foto de Perón, sobre la cual hay una de Eva Duarte, arreglo que se completa con un conjunto de flores y banderas justicialistas ubicado en el piso; dos mujeres y una adolescente, acongojadas, velan la historia. El título: “Perón vive en el corazón de su pueblo”.
Dijo Julio Godio que se realizaron por lo menos tres sepelios: en primer lugar, el que calificó “del bloque dominante”, y despreció como “la ceremonia hipócrita de la Sociedad Rural, la Bolsa de Comercio, la embajada yanqui”, consistente en solicitadas en los diarios; en segundo lugar, el que llamó “la ceremonia de la burguesía nacional”, representada por las expresiones democráticas de los dos partidos principales, el peronista y el radical, en el Congreso Nacional, lugar del velatorio. Por último, Godio habló de “la ceremonia más auténtica”, y Noticias supo dar cuenta de ella.

La Prensa continuaba su histórica pelea con Perón, en una necrología que a pesar de su extensión logró incluir sólo siete veces el nombre del ex presidente: “Su historia y la del país, en las tres décadas mencionadas, es también la historia de una alternancia entre la autocracia y la demagogia y asimismo la de un desencuentro entre el ideal de libertad y la práctica de los principios destinados a ampararla”. Clarín mencionaba en un recuadro del 3 de julio la curiosidad de los “Altares populares”, como titula el breve texto: “‘Sólo los humildes salvarán a los humildes’. Esta frase de Perón campeaba en los altares populares levantados por sencilla gente del interior del país, en cualquier parte, en una esquina, en algún modesto rancho de campaña. Bastaron para erigir ese homenaje a la memoria de Perón, un retrato suyo, un par de velas encendidas y acaso una bandera. Ante ello las oraciones, el fervor cristiano de muchos corazones y el silencio respetuoso por la muerte de su líder”. Noticias, en cambio, hizo de esa tercera ceremonia, “la que encabezó el pueblo peronista”, su tema central de cobertura.

Miradas al Sur


CUMPLÍA SU TERCER MANDATO PRESIDENCIAL

Fallece Juan Domingo Perón
Tres veces presidente de los argentinos, creador del movimiento peronista, el mayor partido de masas del mundo occidental, luchó incesantemente por mejorar el destino de los desposeídos y establecer la justicia social, alterando la base productiva agraria y dependiente del país y promoviendo su acelerada industrialización. Creador y nacionalizador de los instrumentos básicos de un Estado industrialista y promotor, en sólo nueve años de gobierno nacionalizó la empresa petrolífera YPF, la red de ferrocarriles, el comercio exterior y los depósitos bancarios, creando Agua y Energía Eléctrica, Gas del Estado, Aerolíneas Argentinas, ELMA. Líneas Marítimas del Estado, la Comisión Nacional de Energía Atómica y el Centro Atómico Bariloche, haciendo particular hincapié en el desarrollo tecnológico como factor clave de la independencia económica. Creó también el CONICET y la Universidad Obrera, estableciendo la gratuidad de toda la enseñanza pública, construyó una inusitada cantidad de escuelas y llevó a cabo una auténtica revolución sanitaria, no sólo en el aumento exponencial de las camas disponibles en el sistema de salud pública sino también en la abrupta reducción de la mortalidad infantil y el exitoso combate contra tres males endémicos: el paludismo, la tuberculosis y la sífilis. A instancias de su esposa Eva Perón se consiguió al fin sancionar el voto femenino, con lo que nuestro sistema electoral fue por primera vez, realmente universal. Tomó antiguos reclamos sindicalistas, anarquistas y socialistas, así como leyes que no se llevaban a la práctica, y adaptándolas a los nuevos tiempos puso en marcha y en efectiva ejecución una formidable legislación social y laboral, dentro de la que cabe mencionar estatuto del peón, los derechos del trabajador, los derechos de la ancianidad, los convenios colectivos de trabajo, la ley de previsión social, la ley de accidentes de trabajo, la ley de vivienda obrera, el sueldo anual complementario, las escuelas sindicales, la ley de creación de la justicia del trabajo, los regímenes de jubilación, las reglamentaciones de las condiciones del trabajo y del descanso, las proveedurías sindicales, introduciendo además, las agregadurías obreras en las delegaciones diplomáticas en el exterior. Pero tal vez el mayor aporte de su obra, la reforma más trascendente de la historia argentina en el siglo XX, fuera la Constitución de 1949, la primera junto a las de México y la República de Weimar en adscribir al constitucionalismo social que concibe al ser humano no sólo como un poseedor de derechos individuales sino fundamentalmente como acreedor de derechos sociales cuya satisfacción debe garantizar ineludiblemente el Estado. La avanzada Constitución de 1949, que sancionaba además la estratégica nacionalización del subsuelo argentino fue absurda e
ilegalmente anulada mediante un decreto presidencial de un régimen de facto ante la algarabía de una constelación de fuerzas y dirigentes políticos superados por la historia. Las transformaciones producidas en tan sólo nueve años de gobiernos fueron tan significativas y de tal magnitud que, mientras fue principal obsesión de todos los gobiernos posteriores a 1955 anularlas y volverlas atrás, al mismo tiempo garantizaron, a pesar de las persecuciones y las campañas de silenciamiento y difamación, la vigencia tanto del movimiento peronista como de su líder, quien pudo regresar al país recién tras 17 años de exilio. La proscripción que pesaba sobre él se prolongó un año más, y fue recién en 1973 que en las elecciones convocadas tras la renuncia a la primera magistratura de su delegado Héctor J. Cámpora, pudo presentarse a elecciones presidenciales, en las que se impuso con más del 60% de los votos. Lamentablemente para el país, su salud se encontraba seriamente deteriorada y su edad era muy avanzada, por lo que pudo gobernar apenas unos meses

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